Capítulo 4

2.1K 226 35
                                    


Christian

—La próxima semana estará en funcionamiento la planta de energía eólica.—Jack sonríe con satisfacción porque este proyecto es uno de los más importantes para la empresa y para él.

Con su mirada busca mi aprobación que con un leve gesto le doy. Se muestra orgulloso por eso y en parte yo también lo estoy. Para Jack represento una figura paterna a pesar de que soy solo cinco años mayor. Intento ser bueno aunque muchas veces termino fallándole.

—Solo falta revisar los contratos y tener su aprobación, señor Grey.—habla Marco Inglis, el director financiero de GEH.

—Pueden proceder.

Terminamos con las formalidades del proyecto y doy por finalizada la reunión. En la oficina continuó trabajando sin descansar, desconecto mi mente de todo lo que me rodea centrándome únicamente en los documentos que tengo en las manos.

—Hermano, ¿Nos vamos?

La luz se ha desvanecido del cielo dando paso a una noche relativamente oscura. Afuera de la oficina de seguro ya todos se han marchado a sus casas. Jack caminó con pasó vacilante hacia mí y tomó asiento en la silla del frente.

—Tengo trabajo que adelantar.

—Ya es tarde.

—Lo sé.

Ser el mentor de la señorita Steele me consume la mayor parte del día, no reniego de eso, me gusta poder guiarla en la industria editorial. Es por eso que me dedico por la noche a Grey Enterprises.

—Ve a casa.—dice en tono sugerente.

—Da igual si estoy aquí o allá.

—Entonces me quedare aquí contigo.

Jack se quita la chaqueta dejándola en el respaldo de la silla, se quita los gemelos y dobla sus mangas. De su maletín saca varios documentos que empieza a leer.

—No es necesario que hagas esto.—dejo mis lentes sobre el escritorio y con cansancio me pellizco el puente de la nariz.

Él se encoge de hombros sin articular media palabra. Sé muy bien que siente la obligación de permanecer a mi lado, cree que algo más allá de la relación laboral y la extraña amistad que tenemos lo une a mi. Jack pudo irse como todos los demás, sin embargo, decidió quedarse.

¿Por qué?

No lo sé. Quizá un profundo sentimiento de gratitud y tal vez en lo muy lejano un poco de afecto.

Vuelvo a ponerme los lentes y sigo trabajando ya que no piensa conversar y en cierta parte le agradezco. Sabe que no me gusta hablar. Enciendo un cigarro y me sirvo una copa de whisky para continuar leyendo los documentos.

—¿Que harás mañana?

Le doy una última calada a mi cigarro antes de responder, luego lo dejo en el cenicero para se termine dignamente.

—No se, no lo he pensado.

En la caja de madera todavía quedan dos habanos, saco uno y lo enciendo. Le doy dos caladas y hago pequeños círculos con el humo al expulsarlo.

—¿Podemos ir a ver el juego de los Mariners?—sugiere.

Negué y tome dos sorbos del whisky.

—Quiero estar solo.

—Cómo siempre.—dice mostrando su molestia en el tono de voz.

—Si, como siempre.—espete—Es así como me gusta estar.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora