Capítulo 35

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Christian


—¿Estás cómodo?

Anastasia cuidadosamente acomoda los cojines en el sillón y apoya mi espalda con delicadeza.  El fuego proveniente de la chimenea mantiene la estancia cálida y evita que tiemble del frío.

—Sí, nena.

Tiro levemente de su mano sentándola en mi regazo. Sus dedos cálidos masajean con ternura mi cabeza a la vez que suelta un suspiro lastimero.

He tenido días muy malos e innumerables noches llenas de dolor. Volviendo inquietante cada minuto. Ambos estamos agotados, yo por mi enfermedad y ella de luchar para mantenerse fuerte por nuestro bebé.

Mis brazos rodean su cintura e inspiro profundamente ese aroma que me tranquiliza y que es capaz de mitigar mi dolor. La amo, de eso estoy muy seguro, pero... Estoy listo para irme.

—¿Que pasa?—susurra.

Se aparta de mi unos centímetros y levanta mi barbilla para que la vea a la cara. Sus ojos azules, apagados y tristes me apuñalan el corazón.

—Nada, preciosa—miento sintiéndome culpable por estar en paz con mi muerte prematura.

Besa mi frente y me abraza con ternura.

—No te culpo.

—Nena...

—Solo tú comprendes realmente lo dolorosa que es tu enfermedad—musitó con resignación.

Es un acto de valentía tener que aceptar el diagnóstico que pronto está por cumplirse. Mi nena demuestra ser más fuerte de lo que imaginé.

Su mano descansa en mi abdomen y me acaricia tiernamente. Las punzadas lacerantes ceden con su tacto, calmándome por unos instantes.

—Perdóname. Perdóname—suplico porque sin importar cuánto haya asimilado la idea de perderme, sufrirá con mi ausencia.

—Tú no tienes la culpa, Christian.

—Soy un alcohólico, nena. Es mi culpa.

Fui incapaz de parar hace tres años pese a la advertencia de los médicos y este es el resultado.

—No lo es.

Sus brazos se convierten en mi refugio y permanecemos así la siguiente hora. Anastasia se aparta de mí solo unos segundos para colocarme la cánula de oxígeno y se sienta en el sillón de al lado. Apenas si tengo fuerza para estar sentado, pero me rehúso a quedarme en la cama.

Ella me acompaña mientras yo repaso mentalmente mi agenda. Las últimas semanas he terminado con la mayoría de asuntos pendientes. Lo más importante era redactar mi testamento, terminar el libro para mi bebé, encargarme del cuidado de mi familia y asegurarme de darle una clara advertencia a Carrick ahora que oficialmente se hizo el nombramiento de Jackson como mi sucesor dentro de GEH.

En mi lista solo me queda concretar mi compromiso con Anastasia. Es mi último deseo poder verla convertida en mi esposa. Sé que es injusto para ella, merece algo mejor, pero es lo único que realmente me haría feliz y me haría pasar mis últimos días plenamente.

—Nena—llamo su atención.

Ella de inmediato se pone de pie y acerca a mí.

—¿Necesitas algo?

—Pensaba si podríamos casarnos este fin de semana.

He perdido mi tiempo resolviendo otros asuntos. Debimos casarnos hace unos meses atrás.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora