Capítulo 30

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Christian

Al fin despertaste.

Observo las paredes grises antes de ver al hombre que más he admirado en mi vida.

—¿Papá?

Él ve el extenso campo a través del ventanal, con sus manos metidas en los bolsillos y con sus lentes descansando sobre la punta de su nariz, es justo como lo recordaba.

—Hola, pequeño.

Se gira despacio viéndome con amor y dibujando una cálida sonrisa. Sus rizos cobrizos idénticos a los míos relucen con los rayos del sol que se cuelan por la ventana.

—Has venido—digo con un creciente nudo en la garganta.

No puedo creerlo.

¡Esta aquí!

Papá se acerca muy despacio a la cama y estrecha mi mano con suavidad.

Nunca me he ido.

Retira las sábanas y me quita la cánula de oxígeno.

—¿Qué haces?

—Daremos un paseo, hijo.

Me levanto de la cama y con su ayuda camino al jardín donde me sienta en una de las bancas. Extrañamente no tengo frío y tampoco siento ningún dolor. Por primera vez en meses me siento bien.

Es una sensación ajena.

Papá se sienta a mi lado mientras vemos las tranquilas aguas del Sound.

Este paisaje me recuerda a Irlanda—suspira con sus ojos grises embargados de añoranza.

—Por eso lo elegí.

—Hiciste una buena elección.

Contemplamos en silencio el paisaje. Papá pasa su brazo por mis hombros acercándome más a él, nuestras cabezas quedan juntas y con lágrimas en sus ojos deja un beso en mi frente.

No tienes porqué estar asustado.

—¿Cómo sabes que lo estoy?

Admito que lo estoy.

—Soy tu padre. Se lo que te pasa. Mi pequeño, estarás bien, ellos estarán bien.

Papá voltea en dirección a la casa. Ahí está mi familia, ahí está ese pedacito de mi que viene en camino.

Los dejaré —susurre con tristeza y él asintió para confirmarlo —.Ya no me queda mucho tiempo ¿Cierto?

—El tiempo no importa, si no lo que hagas con el.

— Crecerá sin mi, como yo lo hice sin ti.

Ese se ha convertido en mi mayor temor desde que supe de su existencia. No quiero que mi bebé me conozco a través de fotografías.

Él sabrá que lo amaste, Christian.

—No es justo.

—A veces nada en esta vida lo es, pero no debemos permitir que eso nos defina.

—Por primera vez en mucho tiempo no sé qué hacer, papá.

Has que cada minuto valga la pena para que en tu ausencia sonrían cuando piensen en ti. No te detengas, aún no es momento de hacerlo. Solo se feliz, hijo.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora