Capítulo 25

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Anastasia

—¿Ya despertó?

Jack se sentó en uno de los taburetes de la isla, lleva esa misma expresión acongojada de las últimas semanas.

—No es un buen día—respondí escueta.

No quería hablar de la complicada noche que pasó Christian, porque siendo sincerada yo tampoco lo sabía con certeza. Mi precioso sufre en silencio, no dice nada, no se queja... En ocasiones es como si ya no estuviera aquí.

Cada minuto que pasa es más doloroso que el anterior para él.  Su mirada extenuada y sosegada dice lo que con palabras no es capaz de expresar.

— Iré a verlo.

Jack se levantó de su asiento para acercarse a mi, besó mi frente de una forma especial, que sentí reconfortante. Luego se dirigió a la habitación de Christian.

Bebí un poco de té para calmar mis nervios. Ayer por la tarde volvimos a Seattle y se que me espera una charla que no deseo sostener con mis padres. Ambos han estado preocupados por mi viaje repentino y mi estadía durante semanas en Connemara.

No sé cuál vaya a ser su reacción al enterarse del verdadero motivo de mi ausencia y de mi relación con Christian. Temo que no lo acepten. Se que no me separé por nada del mundo de él, lo único que deseo es que ellos no lo desprecien. Muchas personas ya lo han hecho, lastimando profundamente a mi Christian.

—Debo ir a la empresa—dice Jack volviendo a la cocina.

Ya no lleva vaqueros ni camisa informal, ahora viste con un impecable traje azul y en la mano lleva su maletín.

—Ve tranquilo.

—Estaré pendiente de mi teléfono por si surge algo.

—Te mantendré al tanto, no te preocupes.

Sopesa la idea de irse una vez más antes de salir junto a Ryan y Reynolds.

Taylor llega con los periódicos del día. Desde hace unas semanas se ha vuelto más taciturno que de costumbre, al igual que el resto del personal. La casa se siente desolada, carente de la calidez de un hogar.

En el tiempo que pase en Irlanda me pregunte muchas veces si realmente podríamos Christian y yo forman nuestro hogar y estaba siempre esa voz que me decía que eso no sería posible. Que nuestro tiempo juntos es escaso y que los planes a futuro eran una ilusión a la cuál estábamos privados.

No podíamos hablar de lo que haríamos el siguiente mes, ni para la semana próxima porque el tiempo se nos acaba y su salud se ha vuelto tan  frágil e impredecible. Hay días en los que está muy enérgico y otros en los que la única opción es estar recluido en la cama, ausente debido a su enfermedad.

Hay días cómo esté en que siento que mi precioso pierde la batalla.

Fui a la habitación, procurando entrar muy despacio para no perturbar el sueño de Christian. En la última media hora que salí nada había cambiado, el lugar seguía en penumbras, con las cortinas echadas y con el sonido casi imperceptible de la respiración de mi precioso.

Besé su mejilla sintiendo su piel fría contra mis labios  y un pensamiento escalofriante me pasó por la cabeza que me hizo estremecer.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora