Capítulo 20

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Carrick

¿Ya tienes tu maleta lista?

Christian guarda una pequeña fotografía de Grace en uno de sus bolsillos y asiente. Me ve con temor. Cómo siempre suele hacerlo. No deja que me acerque y él mismo agarra su maleta y sale de la habitación.

—¿Los niños irán con nosotros?—inquiere cuando llegamos al vestíbulo.

En su mirada hay inquietud cuando lo hace y con su vista busca a los niños. Hoy los he enviado con mi suegro sin que Christian se diera cuenta. Sé que será doloroso para él tener que separarse de ellos.

No.

Mi voz suena más severa de lo pretendía y él rápidamente se asusta. Sus manos se aferran con fuerza a la maleta y da dos pasos atrás. Por más que lo intente se que nunca lograré ganarme su confianza. Él me teme, bueno, en general le teme a todos los hombres adultos.

Salimos de casa y avanzamos por el camino de grava hasta llegar al auto. Le hice creer a Christian que iríamos a acampar. En todo el camino su vista va fija en sus manos. Tiene un ligero temblor en la izquierda y cuando se percata que lo observo decide resguardar sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Recuesta su cabeza en la ventanilla y su mirada se pierde en el paisaje.

Ha transcurrido una hora desde que salimos y aún no me atrevo a decirle cual es nuestro verdadero destino, o al menos el destino de él.

—¿Crees que soy malo?

Lo que dice me desconciertan y las palabras de Grace se vienen a mi mente.

«Christian piensa lo peor de sí mismo. No dejes que lo siga pensando, Carrick. Eres su padre. Tienes que ayudarlo».

Tú no eres malo, Christian. No digas esas cosas.

—¿Y entonces por qué me encerraras de nuevo?

—¿Cómo?

Se que no iremos a acampar.

Christian, yo...—su voz desesperada me interrumpe y fractura una parte de mí.

—Grace prometió que no lo harían.

Ella ya no está aquí—musito con un nudo en la garganta.

Busco un lugar donde estacionarme y suspiro profundamente poniendo mi frente sobre el volante.

Me portaré bien. Prometo no ser una molestia.

Christian no me hagas la situación más difícil.

Mira, Christian, ahí aprenderás muchas cosas.

No quiero estar encerrado. Ese lugar es igual al orfanato—murmura con temor.

—El internado no es igual, Christian.

Me reincorporo a la carretera sin hablar más del tema. He tomado una decisión y tengo que permanecer firme. Estar en el internado le vendrá bien y quizá de una vez por todas supere ese trauma que sufrió hace unos años.

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