Epílogo

2.9K 261 135
                                    


Anastasia

Años después

—Ten cuidado.

Miro a hurtadillas cada movimiento de mi pequeño, quién va dando saltitos detrás de una abeja que revolotea por el lugar.

—Sí, mami.

Se detiene por un segundo, observándome y a continuación sigue haciendo lo mismo que lo ha tenido entretenido la última media hora.   Curiosea las flores y los pequeños insectos e incluso les habla y ríe con ellos.

En esta época del año, cuando el pasto crece y todo florece el cementerio no parece tan lúgubre como de costumbre.

A mí pequeño Richard Raymond le entusiasma venir, pero es porque a su corta edad no comprende del todo lo que Lake View representa.

Continúo arreglando las flores contra la lápida de mármol gris y me deshago de las que ya están marchitas, dejándolas a un costado para luego desecharlas. Hay cientos de ellas, provenientes de personas que jamás lo olvidarán y que jamás olvidarán lo que hizo por nosotros.

Él permanecerá con nosotros por el resto de nuestras vidas.

—Gracias—le digo viendo al cielo—. Gracias por todo.

Un sentimiento desgarrador afloró en mi interior, a pesar del tiempo no soy inmune a los recuerdos y a la tristeza de años atrás.

—¿Sabes? Hoy hace un día perfecto para ir de pesca—digo, reprimiendo el nudo en mi garganta—. Es un día hermoso. Muy hermoso.

La risa de mi bebé se fue alejando y solo me acompañó el sonido leve de las ramas de los árboles, chocando unas con otras.

—He venido cientos de veces y me pregunto si algún día dejará de doler.

La voz a mis espaldas sonó cansada y llena de una profunda tristeza.

—Cuando pierdes a quién amas, difícilmente ese dolor se borrará. Solo aprendes a sobrellevarlo.

Carrick se paró junto a mi, sosteniendo un ramo de flores entre sus manos. La última vez que lo vi fue hace tres años, en el funeral del señor Trevelyan.

Y Dios.

El tiempo no ha tenido piedad con él.

Demuestra la pena que lleva consigo y el remordimiento por sus desaciertos en la vida.
 
—Aun no he aprendido a hacerlo—suspiró consternado.

Retrocedió unos pasos al notar la presencia de Sawyer y de la de los demás chicos de seguridad. Luke no se molestó en saludar y con firmeza aseveró:

—No le va agradar al señor Northam.

—Déjalo, Luke—musité—. En cuanto llegue a casa hablaré con Declan.

Declan es el tío de Christian y nuestro nuevo jefe de seguridad. Desde que llegó a nuestras vidas se ha vuelto nuestro protector.

Es un hombre maravilloso y adora con locura a Richard y a Jackson.

—Tengo órdenes para no dejarlo estar cerca de ustedes—insiste.

—Solo damos un momento.

—Tampoco le agradará al señor Hyde.

—No le diremos.

Aunque supongo que ya lo ha de saber. Jack se ha vuelto muy sobre protector conmigo y en especial con su hermano. Luke no es el único que nos cuida en este momento y puedo asegurar a que los chicos ya le habrán informado.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora