Capítulo 18

2K 241 43
                                    


Anastasia


Las lágrimas que he estado reteniendo las últimas veinticuatro horas finalmente salen deslizándose por mis mejillas. Todas las emociones me superan y lucho para controlarme, aunque es difícil hacerlo sabiendo que el hombre que tengo frente a mi no estará por mucho tiempo a mi lado.

Sus palabras remueven cada fibra sensible de mi ser. No nos queda mucho tiempo y mi temor más grande es que esos momentos memorables de los que promete Christian sean escasos. 

—No llores—suplica limpiando mis lágrimas.

—No quiero perderte—susurro reprimiendo un sollozo.

—No pienses en eso está noche.

Con delicadeza me toma por la barbilla y deja un beso en mis labios. Sus preciosos ojos grises están posados en mi expresando lo que con palabras quizá nunca hará. Deseaba abrazarlo con todas mis fuerzas y hacerle saber que sin importar el pronóstico no debemos perder la fe, no obstante él se encuentra resignado o tal vez es demasiado orgulloso para admitir que está asustado.

—No lo haré—digo aferrándome a esa pequeña de esperanza de un milagro.

Uno de los dos debe conservar la fe y se que él no lo hará. Me giré de nuevo hacia la azotea sin poder dejar de apreciar los hermosos arreglos florales que adornan todo el lugar. La luz de las estrellas y ese halo mágico de la luna nos envuelve convirtiendo de este momento sin duda en algo especial, único y justo cómo mi precioso prometió: algo memorable.

—Es lo más hermoso que he visto, Christian.

Vuelvo a envolver su cuello con mis brazos para besarlo. Cuando nuestros cuerpos nos reclama más aire nos separamos. Los ojos de Christian brillan como las centelleantes estrellas que nos acompañan está noche. Acuno su rostro entre mis manos dejando un casto beso en su mejilla.

—Es hora de irnos—susurra besando mi cuello, su tacto me trasmite una sensación extraña, pero muy placentera.

Respiro profundamente. Christian pone su mano en mi espalda baja guiándome hacia el helicóptero. Taylor abre la puerta y con ayuda de Christian subo. Me acomodo en el asiento de adelante, él sube y se inclina hacia mí para asegurarme el cinturón de seguridad.

Su cercanía aún me pone nerviosa a pesar de que anoche dormimos juntos. Su deliciosa fragancia intensa a madera y ese sutil toque a cítricos me enloquece. Christian termina de asegurar el arnés, se inclina un poco dejando un casto beso en mis labios.

—¿Y el piloto?—digo estando solo a unos centímetros de él.

—Lo tienes enfrente—sonríe y de un portazo cierra.

Que emocionante.

Se acomodó en su asiento colocándose su cinturón de seguridad. Me pide que me coloque los auriculares cuando el rotor empieza a girar. Él empieza a realizar las comprobaciones previas al vuelo mientras me explica la función de cada botón y de las palancas. Christian se comunica con torre de control, ellos autorizan el vuelo y poco a poco el helicóptero se alza con suavidad por los aires.

—Estoy nerviosa.

—No te preocupes—sonríe poniéndose sus lentes—He sido piloto ocho años. Tengo experiencia.

Sus palabras me tranquilizan y todos los nervios se desvanecen cuando Nueva York se extiende frente a nosotros. Las luces parpadeantes iluminan toda esta ciudad tan vibrante y enérgica.

—¿Hacia donde nos dirigimos?

—Sobrevolaremos el río Hudson. Desde ahí podremos ver toda la ciudad.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora