Capítulo 8

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Christian

—Señor Grey.

Ignoro la presencia de Taylor y sigo deleitándome de la suave melodía que produce el piano. Afuera la oscuridad ha invadido la ciudad y los relámpagos auguran una tormenta. El aire se cuela por las ventanas enfriando aún más el ático. Hace una semana esta casa disfrutaba de una calidez inusual, la presencia de esa castaña es capaz de llenar un lugar tan desolado como este.

—Señor Grey.—la voz ronca de Taylor me interrumpe de nuevo.

—No interrumpas el silencio si no es para mejorarlo.

Tocó las últimas notas del Adagio y dirijo mi vista hacia él.

—Lo siento, señor.

—¿Qué quieres?

—La señorita ya se retira.—dice sin emoción alguna.

—El cheque está en mi estudio, ya sabes que hacer.

Con un gesto adusto se retira del salón, sigo tocando y a los pocos minutos escucho el molesto sonido de unos tacones impactar contra el piso. El aire se llena de una fragancia dulce que me causa molestia.

—¿Podemos vernos la próxima semana?

Dejo de tocar y veo a la pelinegra esperar una respuesta.

—No.

Hace un mohín y se acerca con lentitud de forma seductora, se cual es su juego y no pienso caer en el. Lo único que está logrando es exasperarme. Levanto la mano para indicarle que se detenga.

—Podemos pasarla muy bien.—musita mostrando más su escote.

No lograrás nada con eso.

—Te dije que solo una noche. No pienso darte más.

—La pasamos muy bien. Solo piénsalo.

Me pongo de pie y bajo la tapa del piano. Ella me observa con una sonrisa, cree que cederé a su petición. Paso a su lado y le susurro al oído:

—Dije solo una noche. Ya conoces la salida.

No me quedo a escuchar sus protestas. En mi estudio me sirvo un armañac mientras observó las primeras gotas de lluvia. Enciendo mi computador para revisar dos contratos que Jack me envió esta semana.

Paso una hora en eso, pero mis pensamientos están muy dispersos y no logro encontrarle sentido a nada. Detesto esa sensación que estás últimas semanas se ha apoderado de mi.

Poco a poco estoy perdiendo el control de todo.

El teléfono suena varias veces, pienso en quién podría ser y sin ver el identificador de llamadas deduzco que es Jack.

—Grey.

—Hola, hermano—Justo lo que pensé—. ¿Cómo estás?

—Bien supongo.

Escucho como suspira con pesadez.

—¿Seguro?

—Me estoy asfixiando aquí.—admití.

A veces él merece que le hable con sinceridad.

—Estaré ahí en unos minutos.

—Te espero.

Veo la pantalla sin ánimos de seguir trabajando, enciendo un habano tratando de aclarar un poco mi mente. Afuera la lluvia se intensifica haciendo más fría la noche. Mis pensamientos van y vienen. Recuerdos salen de los recovecos de mi mente que me dan una sensación de desesperación. Necesito huir de esto y encontrar un poco de paz.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora