Te lloraré mientras mueres

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Ana se estremeció al entrar en aquel cuarto semioscuro, con tan solo una pequeña luz en una esquina de la estancia que apenas dejaba entrever «aquello».

― ¿Cuándo despertó, Pablo? — preguntó Ana.

― ¿Por qué me preguntas que cuándo despertó?... — contestó amargamente Andrés

«Cómo se le puede llamar a “eso” estar despierto» — pensaba Andrés desolado.

Él estaba con Pedro el día del accidente, y se maldecía y se maldeciría mientras viviera por ello.

¿Cómo no lo evité? — se preguntaba pensativo una y otra vez —. ¿Por qué no se lo impedí? Me lo echaré en cara tantas veces… — se compadecía de sí mismo Andrés.

―No tuviste la culpa, tú no estabas bien, estabas borracho… ―Murmuró Ana.

― ¿Y qué? ¡Debí impedir que subiera a aquel coche! — gritó iracundo Andrés.

¡Maldita perra! Lo dejó destrozado aquella noche… — la miraba de soslayo Andrés con rabia mal contenida.

Míralo… ¿qué es “eso”? ¿Qué queda en ese ser de mi hermano? —, lloraba de un modo silencioso.

Desde que «despertó» solo abría su boca para comer. “Pero no una comida cualquiera”, tenía que ser una comida especial que yo mismo le conseguía. Aunque sintiera asco y repulsa al hacerlo… aunque se me desgarrara el corazón y se me rompiera el alma cada vez que mataba por conseguirla.

Lo siento Ana, Pedro tiene que comer, es la hora de su comida — . Los ojos de Andrés habían cambiado, ahora estaban negros y muy oscuros.

Ana no tuvo ni tiempo de sorprenderse, al acabar la frase Andrés ya el cuchillo se hundía profundamente en su pecho atravesando su joven corazón, ni un sonido salió de su boca, salvo un ligero siseo al expirar.

Segundos después Pablo, abría la boca y exhalaba un ligero gruñido como exigiendo ser saciado de nuevo.

Andrés, a su cabecera, lloraba…

DISPARIDAD DE MICROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora