Había perdido la cuenta de a cuantas personas había matado, muchas, era consciente de ello y daba igual si eran mujeres, hombres, niñas o niños, ¿qué más me daba? cualquier cosa que se moviera o respirara podía ser mi siguiente víctima, no me importaba... — La verdad... queremos la verdad — me habían pedido los dos agentes al empezar a interrogarme y se la dije... antes de matarlos a lo dos con mis manos desnudas. ¿Querían saber la verdad? y la verdad era... que ni yo mismo la sabía, simplemente, mataba... porque me nacía de dentro.
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DISPARIDAD DE MICROS
Short StoryMicros, salvando la realidad, siempre intempestiva y falsa.