Nadie lo sabrá nunca

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 Nadie lo sabrá nunca pero, aquel hombre de lacio pelo blanco,  rizada y larga, barba blanca, fue engañado por su propio hijo. Abandonado desde el principio de los tiempos, justo al cumplirse los siete días… ¿quién le iba a decir que su  hijo, Satanás, le encerraría en los infiernos? Él que lo creó para los impuros de corazón y de alma miserable…

¿Qué habrá sido de su  creación más preciada, su amada Tierra? ¿O de sus bien amados, Ángeles? Sus ojos, aún siendo un mar de lágrimas, seguían siendo incapaces de apagar, la enorme tristeza que llevaba dentro. Ya no lloraba por él. Sus lágrimas eran por los hijos a los que nunca llegaría a conocer.

No esperemos lo que ha de venir, salgamos a buscarlo.

DISPARIDAD DE MICROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora