Jorge terminó de amontonar la tierra, clavó a un lado la herramienta y, dando un par de pasos atrás, secó con su sucio pañuelo el sudor de su frente, comprobando con orgullo lo que había logrado hacer él solo. Sus ojos reflejaban la satisfacción que le daba su último trabajo "bien hecho". Recordó las palabras de ánimo de su padre, en su lecho de muerte... (Tú, puedes, hijo). Si alguien hubiera estado cerca en ese instante, habría visto cómo dos lágrimas fluían de sus ojos y rodaban veloces por sus mejillas. Suspiró feliz, "Aquél" seria... su último campo de cebollas.
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DISPARIDAD DE MICROS
Short StoryMicros, salvando la realidad, siempre intempestiva y falsa.