―¡Maldita puta! ―la patada, con tremenda fuerza y virulencia fue dada esta vez en las maltrechas y machacadas costillas de Andrea, la cual no dejaba de llorar y emitir quejidos, cada vez más débiles y a punto ya de perder el conocimiento, a causa de la brutal paliza que le estaba propinando José, su marido. El terror y el miedo más absoluto se dibujaba en su rostro, "presentía" que ésta sería la última, jamás saldría con vida de allí...
Un pensamiento final le sirvió de escape, su pequeña... y fue justo eso, pensar en su hija lo que le dio fuerza y aliento, un último esfuerzo, no podía dejarla en manos de ese energúmeno sangriento y cobarde.
Sus ojos buscaron con desesperación algo con lo que defenderse del brutal e inhumano ataque de aquel maldito animal y, lo vio... era una astilla, un trozo desgarrado de una silla que había "muerto" en su débil espalda minutos antes empujada por la fuerza brutal de su esposo.
No era muy grande pero sí muy afilada... cuando se la clavó con rabia a José en la entrepierna, hiriéndose a sí misma las manos, su mente ya no pensaba...
Cuando logró ponerse de pie pudo contemplar cómo se desangraba a sus pies como un cerdo degollado... jadeante y agotada, su mente andaba perdida y volaba ya hacia su pequeña para abrazarla.
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DISPARIDAD DE MICROS
Short StoryMicros, salvando la realidad, siempre intempestiva y falsa.