La contemplo en su desnudez, ella, me sonríe y asiente, feliz de notar mi admiración.
No sabe de lo que soy capaz, ni imagina hasta qué punto puedo ser cruel.
Me aproximo sin dejar de observarla, me estimula su desparpajo y picardía.
Mi excitación aumenta al mismo tiempo que mis pasos ganan velocidad.
No queda espacio ni para el oxígeno entre los dos, abrazado a su cuerpo, pegada mi pelvis a su bajo vientre y hundiendo mi excitado miembro en su abismo, dejando ya que sea mi sexo quien la aliente y la abrase.
Sus gritos, mezclados con sus intermitentes jadeos, me incitan a seguir doblegándola y mi cuerpo sudoroso y agitado, no deja de moverse ágilmente sobre el de ella, chapoteando mi carne en su sudor y mezclando sus fluidos con los míos.
Sus fuertes contracciones me hacen acelerar los movimientos de mis caderas, adecuándolos a sus convulsiones. Está próxima a estallar, su boca se abre inhalando y exhalando el aire que yo mismo absorbo sin compasión ninguna. Es el momento y la dejo ir… es mía y lo sabe y su orgasmo me pertenece.
Plácidamente me observa desde su candidez… no sabe que ese fue su último deseo satisfecho.
El mío… vendrá después.
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DISPARIDAD DE MICROS
Short StoryMicros, salvando la realidad, siempre intempestiva y falsa.