Cincuenta mil euros por morir de placer

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― ¡Toma!― Lanzó una saca azul marino, sobre su cuerpo desnudo.

― ¡Cógelo! es tuyo, lo que te prometí cuando te contraté, ahí tienes, dentro de esa saca, cincuenta mil euros, son todo tuyos, cumpliste y he cumplido. Miró José, con honda satisfacción el cuerpo desnudo de Teresa.

Teresa, ni siquiera se inmutó… « ¡No podía…! “Su contrato” había vencido, y en él ponía taxativamente; cincuenta mil euros por morir de placer. Cierto, en este caso quién disfrutó fue él, pero en el contrato no estipulaba “quién” de los dos tenía que disfrutar y cuál de los dos debía morir…»

DISPARIDAD DE MICROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora