Las nueve de la mañana, Cloe intentaba despertar a su madre, pensando que tal vez solo tal vez estaba en un profundo sueño.
—¡Mamita por favor! No me dejes, no lo hagas por favor.— lloró sin consuelo recostándose sobre ella, pidiendo a gritos que la escuchara, que volviera a la vida.
—¡Te amo mamá!— exclamó en llanto y dolor.— no es justo, no tú no puedes dejarme, Cloe estaba en shock no asimilaba la situación, solo se quedó ahí besando las manos de su madre, acariciándola, diciéndole cuánto le amaba y cuánto la extrañaría.
—Perdóname mamá por no haber hecho más por ti.— se culpaba de su muerte, odiaba con todo su ser a ese hombre que las abandonó.
Más de media hora ella seguía sin reaccionar, hasta que comenzó a sentir la frialdad en las manos y cuerpo de su madre y fue ahí que reaccionó, lo primero que hizo fue tomar su teléfono.
Encontró una llamada de su novio Giancarlo y dos mensajes de buenos días y donde le pedía que lo llamara.
Cloe lo hizo marco su número pero el no contesto, lo volvió a llamar pero nada, desistió porque ella sabía que el estaba lejos y nada podía hacer por ella, llamó rápidamente a María.
Ella si cogió el teléfono y le contestó, Cloe le había dado la más tristes de las noticias, María solo se echó a llorar amargamente.
—Cloe no te muevas de ahí llego en segundos.— replicó María y ella solo se echó en el suelo llorando amargamente, estaba sola, muy sola.
Más de veinte minutos había pasado cuando María llegó y vio a Cloe tirada en el suelo y a su madre quien yacía en su cama, al fin descansando en paz.
María se hincó hasta Cloe y la abrazo tan fuerte para darle consuelo y reconfortarla aunque ahora mismo nada le podría dar ese consuelo que ella necesitaba.
Pasaron las horas, María realizó las gestiones para que la madre de Cloe tuviera un digno velorio, se había encargado de todo, ya después verían como pagaban.
Mientras tanto en Italia Giancarlo temprano había llamado a Cloe pero ella no contesto de seguro sería dormida pensó. Entonces envío un mensaje pidiendo que lo llame apenas podía.
Compartió la mañana con sus padres dejando su teléfono cargando en el mueble, y como estaba tan a gusto con su familia se olvidó por completo, ese día conocería a su nueva cuñada Paula, la nueva novia de su hermano Dante, a quien se pasó molestando en el almuerzo.
Sin embargo Giancarlo tenía un presentimiento, buscó su teléfono y encontró las llamadas de su novia, rápidamente marcó su número pero ella no le contesto nuevamente, le pareció extraño.
Al terminar el almuerzo su hermano Dante junto con su nueva cuñada se despidieron de él quedando en que Giancarlo iría en la noche al departamento de Dante.
Pero Giancarlo seguía preocupado tomó nuevamente su teléfono marcando el número de Cloe una vez más pero nada, entonces decidió llamar a María, quien le había dado su número por cualquier emergencia, aunque sabía que ella se había tomado el día libre ese día.
—Maria, cómo estás, soy Giancarlo D Luca, disculpa la molestia pero quería saber si sabes algo de Cloe... de pronto se le heló la sangre a Giancarlo al escuchar la noticia que María le había dado, su corazón comenzó a palpitar, sintiendo una fuerte opresión en el pecho, pensando solo en Cloe, en lo destrozada que seguro estaba y el no estaba ahí con ella para consolarla.
Una efusiva Carolina, la hermana menor de Giancarlo había saltado por el desde atrás abrazándolo pero el había quedado en shock.
—Ahora mismo salgo para California.— es todo lo que el contestó colgando el teléfono.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...