Capitulo 38 Viejos recuerdos

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Cloe se sentía feliz había ido a visitar esa mañana la tumba de su madre para platicar con ella un buen rato, contándole todo lo que le estaba pasando, estaba apunto de terminar su carrera, esa que tanto sacrificio y lágrimas le había costado, y no hubiera sido posible sin ese hombre, ese que al principio fue su peor pesadilla, pero ahora era su más grande amor.

Extrañaba mucho a su madre, había días en las que le había mucha falta pero lo había sobrellevando de la mejor manera, sabía que su madre la cuidaba desde el cielo y la había bendecido para que todas sus metas fueran cumplidas.

Unas hora amas tarde llegó a la empresa dirigiéndose directamente a la oficina de su jefe para ver si se le ofrecía algo.

Golpeó la puerta dos veces para escuchar un adelante antes de pasar.

—¿Puedo pasar?— asomó su cabeza sonríendo, Giancarlo al verla hizo lo mismo, sonreír y echar su silla hacia atrás para llamarla con las dos manos.

Ella caminó cerrando la puerta detrás y él la sentó en sus piernas.

Cloe dejó un mojado y apasionado beso en sus labios, esos labios que tanto le gustaban.

—¡Mi amor!— dijo él con una sonrisa, aspirando el aroma de su perfume, ese aroma que le encantaba y que nunca la abandonaba.

—Quiero hablar contigo de algo nena.— dijo Giancarlo y ella lo miró fijamente dudosa y un poco asustada.

—¿Qué sucede Gian?

—No te asustes nena, no es nada malo, tú sabes que te amo verdad.— ella asintió moviendo la cabeza. —Y que no tienes ni tendrás nada que celar de nadie.— volvió a mover la cabeza asintiendo.

—Pero tendré nueva secretaria.— Cloe arrugó el ceño, no entendía a que se estaba refiriendo.

—¿Y eso, que acaso yo no soy tu secretaria?

—Si lo eres, pero no creo que puedas tener dos puestos en la empresa ¿o si?

—¿A que te refieres Giancarlo?— su corazón comenzó a latir muy fuerte.

Él sonrió de oreja a oreja.—¡Giancarlo!— exclamó golpeándolo levemente en el pecho.

—¿Qué sucede?

—Sucede, que hablé con mi hermano Dante y que no hay nadie más idónea e inteligente para ser la futura gerente financiera de D Luca Company.— ella jadeó cubriendo su boca con ambas manos. Parpadeó tan rápido poniéndose de pie. No podía creer lo que estaba escuchando.

Unas lágrimas rodaron por su mejilla sin poder evitarlo.—Es una broma verdad Giancarlo, me estás jugando una broma de mal gusto.— él sonrió poniéndose de pie acercándose a ella.

—Para nada mi amor, no quiero a nadie más y no creo que encuentre otra más leal y de confianza que tú, sin contar lo inteligente y lo rápida que eres para encontrar solución a las cosas.

—Pe...pero. —Pero nada mi amor, ¿No te sientes capaz? — Giancarlo la sujetó de su rostro con ambas manos inclinando la cabeza para mirarla a los ojos.

—Solo no puedo creer, esto, esto es increíble para mí, Giancarlo.

—Si, es una gran oportunidad para ti amor y Dante está más que de acuerdo.

—¿En verdad?— tenía los ojos totalmente aguados por la felicidad que no cabía dentro de su pecho. Esto sin duda era una bendición más de su madre que estaba segura la cuidaba desde el cielo, era su ángel.

—¿Entonces pequeña, aceptas ser la nueva gerente financiera?

—Pero aún no terminé mi carrera me falta unos pocos meses.

Dulce CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora