Capitulo 39 Desconfianza.

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Giancarlo temblaba por dentro jamás imaginó que verla después de tantos años todavía le produciría cosas y no debería ya que tenía al lado a una mujer hermosa, su mujer.

El tiempo de Charline ya había pasado dijo para el mismo.

—Con permiso Charline seguiré disfrutando con mi novia.— dijo tomando a Cloe de la cintura para girar y caminar hacia otro lado del amplio salón. Cloe sabía que algo sucedía y también la excitación había desaparecido.

—Espero volver a verte Giancarlo, vine para quedarme.— dijo y el paró su caminar, tensando todo si cuerpo aún más, un escalofrío recorrió su cuerpo completamente.

Caminaron los dos alejándose de la mujer. Giancarlo no decía nada y Cloe también se mantuvo en silencio.

—¿Estas bien Giancarlo?— ella se posó frente a él para no seguir caminando. Giancarlo la miró pero estaba perdido y eso Cloe lo había notado y sintió un malestar que le oprimía el pecho.

—Si estoy bien nena.

—¿Quién es esa mujer Giancarlo?— se atrevió a preguntar porque no se había creído el cuento de la vieja amiga.

El solo mordió sus labios mirando a Cloe a la cara.

—Una amiga del pasado.— ella enarcó una ceja.

—¿Novia o amante?— preguntó Cloe sin titubeos.

—No es nadie Cloe, nadie importante.

—Quiero ir a casa.— exigió ella ya molesta y sin esperar a Giancarlo comenzó a caminar a pasos apresurados hacia la salida.

—¡Cloe!

—¡Espera!

Sin embargo ella no se detuvo ni por un segundo, estaba molesta, celosa, nunca se había sentido así y sabía que sucedía algo y lo que más odiaba era que Giancarlo no le dijera la verdad.

Salió afuera rápidamente y él la sostuvo del brazo sin lastimarla.

—Espera nena, ¿Qué te sucede?— ella volteó con los ojos llenos de rabia.

—¿A mí? A mí no me pasa nada, más bien es a ti a quien le sucede algo, ¿Es por esa mujer verdad?

Suspiró hondo pasándose la mano por el pelo.— Vamos a casa, aquí no quiero hablar.— pidió arrugando el ceño, caminaron hasta el auto sin que ninguno de los dos dijera nada hasta que subieron.

—Nena...— ella solo negó mirando hacia la ventanilla, no todo podía ser tan perfecto. Pensó.

—Cloe mírame.— pidió casi suplicando, ella solo volteó para mirarlo parpadeando y evitando derramar algunas lágrimas.

—Esa mujer no es nadie para mí, esa mujer es mi pasado y se quedará ahí.

—Pues ella no piensa eso mon amour.— dijo ella irónica y Giancarlo abrió grande los ojos.

—Hablaremos en casa aquí no, y no así, vamos a calmarnos.— dijo Giancarlo poniéndose en marcha el auto. —Yo estoy calmada no sé tú.— Cloe giró su rostro mirando nuevamente hacia la ventanilla en tanto Giancarlo solo negó suspirando.

Condujo en silencio no dejaba de pensar en Charline, ¿Qué hace en Italia, para que volvió después de tantos años?

Llegaron al edificio, Cloe no dudó en bajar rápidamente, estaba molesta y más vale a Giancarlo que le diera una explicación porque no se creía el cuento de la vieja amiga.

El subió rápidamente detrás de ella hasta el penthouse.

—Ahora sí, hablemos.— Cloe puso sus manos en su cintura en forma de jarra mirándolo con una ceja enarcada.

Dulce CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora