Capitulo 41 Nuevas oportunidades

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-¿De dónde vienes?- preguntó Cloe con lágrimas en los ojos sentada en el sofá, en la penumbra de su habitación, solo una luz tenue alumbrada desde la ventana.

Giancarlo encendió la luz para mirarla sin decir absolutamente nada.

-¡Amor!- exclamó.

-Te hice una pregunta.- volvió a replicar Cloe.

-Salí a tomar unos tragos con Rodrigo y Arón se me hizo tarde, perdón no me di cuenta de la hora.

Cloe asintió no muy convencida, intentaba de verdad confiar en él pero cada día que pasaba hacía cosas que lo único que provocaba era desconfianza.

-¿No pudiste avisarme?- estaba preocupada, te llamé.

-¡Cloe! No estaba haciendo nada malo como para que desconfíes de mí.- aseguró comenzando a desabotonar su camisa.

-Bien.- dijo Cloe molesta saliendo de la habitación, no quería comenzar una pelea con él pero se estaba comportando extraño con ella y da la casualidad que desde que esa mujer apareció se está comportando como si ella ya no le importara.

Media hora había pasado y Cloe decidió volver a la habitación y al entrar esperó encontrar otra cosa pero solo vio Giancarlo durmiendo boca para abajo tirado en la cama.

Un sabor amargo y una dolorosa punzada sintió en el pecho, era como si a Giancarlo ya no le importara que Cloe estuviera ahí. En verdad me estaba siendo infiel.

Observó su ropa tirada en el suelo como siempre y lo levantó, llevo a su nariz para deleitarse de su aroma, ese aroma que siempre le gustaba, pero grande fue su sorpresa cuando no fue solo su olor sino el olor de un perfume diferente, específicamente de mujer.

Pasó saliva y un dolor se instaló en lo más profundo de su ser. Dejó la camisa sobre el mueble y solo se acurrucó a un lado de la cama haciéndose un ovillo para derramar algunas lágrimas.

No quería sentirse patética en verdad pero su desconfianza era tan grande que no podía aguantarlo más.

No podía dormir, sus pensamientos no le dejaban cerrar sus ojos, su mente le estaba jugando una mala pasada, cuando de pronto sintió unos fuertes brazos rodearle la cintura.

Suspiró hondo al sentir el duro cuerpo de Giancarlo pegarse a ella, en tanto él hundía su rostro en el cuello de ella, susurrando un te amo.

Su corazón latía tan rápido que sentía explotaría, intentó tranquilizarse cerrando sus ojos para entregarse al cansancio y al sueño. Ya que su actitud y sus palabras la estaban confundiendo aún más.

En la mañana despertó muy temprano al escuchar el sonido del despertador.

Giancarlo hizo lo mismo observando como Cloe entraba al baño.

Se levantó de la cama para entrar al baño junto a ella, observándola desnuda, mojada, con la piel suave y pálida, el agua cayendo por su hermoso cuerpo, y ese pelo largo que le fascinaba.

Ingresó en la ducha pegando su gran cuerpo al de ella, llevando sus grandes manos al abdomen de Cloe, acariciándola. Ella se estremeció al sentir su tacto.

-¡Cloe!- susurró excitado inclinando su cabeza para comenzar a besarla en el hombro, en el cuello, en la espalda.

Comenzó a excitarse eso no lo iba a negar pero estaba molesta con él por la actitud que adoptó anoche y esa espinita de dudas seguía ahí, lo que hizo que Cloe se alejara de él en ese instante.

Giancarlo la miró confundido.

-¿Qué sucede nena?- ella solo negó.

-No hagas como si nada hubiera pasado Giancarlo.- refutó ella molesta.

Dulce CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora