Capitulo 18 Indiferente

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 —Tienen derecho a una llamada. Es lo que dijo el oficial al llegar a la jefatura.

—No estábamos haciendo nada malo oficial de verdad. Se lo prometo,seguía hablando Cloe sin callarse un segundo, solo empeoraba la situación. Giancarlo se frotó el rostro, Cloe ebria es otra en verdad. Le había dado un buen calentón y lo había dejado más morado que jamás en su vida.

—Si quiero hacer la llamada. Contestó Giancarlo.

—Yo también quiero mi llamada. Exclamó Cloe, los que estaban ahí estaban apreciando un gran espectáculo. Giancarlo molesto giró hacia ella enarcando una ceja.

—¿A quien llamaras Cloe? Déjate de tonterías, llamaré a mi abogado para que nos saque de aquí. Ella comenzó a reír.

—Ok, exclamó arrastrando las palabras.

Giancarlo llamó a su amigo y abogado personal para estos casos, sabía bien que era él más indicado para estos casos.

—Dejen aquí sus partencias. Exigió el policía, y ambos dejaron sus documentos, celulares y todo lo que tenían para luego ser encerrados juntos en la misma celda.

Giancarlo estaba demasiado molesto por todo y más por Cloe, nunca podría dejarla sola, si volvía a beber de esa manera habría graves consecuencias, incluso si él no hubiera coincidido con ella en el mismo club, era probable que terminara en la cama de Darius.

¡Joder! Eso sí no lo permitiré. Exclamó paseándose por toda la celda, y luego observó cómo Cloe se acomodaba en el duro banco de madera para dormir. Él se mordió los labios al verla, el vestido se le había subido dejando ver demasiada piel para su desgracia.

Se acercó a ella para jalar todo lo que había subido y taparla un poco más, aunque su vestido era demasiado corto.

Giancarlo gruñó nuevamente. Ya mañana hablaría con ese idiota de Darius por haberla conducido a esto, tal vez lo había planeado al dejarla beber de esta manera, pero ya se lo dejaría en claro para que nunca más se le ocurra algo así, ella era de él y de nadie más.

Cloe se había dormido profundamente y balbuceaba cosas.

En cuestión de minutos Cristián su abogado había llegado.

Al verlo sonrió. —¿Qué fue lo que pasó, porque estás aquí metido? Posó su vista en Cloe quien yacía dormida en el banco. Giancarlo se rascó la nuca.

—Larga y vergonzosa historia mejor sácame de aquí.

Su abogado sonrío negando. —Si tú no te metes en problema Giancarlo no eres tú verdad.

—Te lo juro Cristian que ésta vez no tuve nada que ver, esa mujer de ahí, esa que parece un angelito durmiendo como si nada pasara, esa es la causante de todo, esa mujer está loca, esa mujer es el demonio. Créeme. Su abogado y amigo soltó un carcajada.

—Bien iré a hablar con el teniente y pagar la fianza para que salgan de aquí. Giancarlo asintió mientras veía como su amigo se alejaba de ahí, entonces solo tomó nuevamente asiento alado de la mujer que se estaba convirtiendo en su tormento.

Al cabo de un rato volvió nuevamente Cristian, rápidamente Giancarlo se puso de pie para llegar hasta él.

—Tengo buenas y malas noticias. Giancarlo tragó grueso, no quería problemas en verdad, si no llegaba mañana a la reunión con Harrison, Dante lo degollaría.

—Dime que pasó Cristian por favor. Pidió cansado, lo que pensaba sería una noche relajante terminó en desastre.

—Ya pagué la fianza, me debes 6000 dólares por ambos. Giancarlo sonrió.

Dulce CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora