Capítulo 21. Perdiéndome en ti

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Se habían fundido en cuerpo y alma porque por más que no quieran aceptar lo que sienten el uno por el otro están ahí al borde de la locura, ese deseo que estaba latente desde el primer momento en que se miraron.

   Giancarlo seguía redimiendo sus errores, Cloe seguía luchando en su interior por no dejarse llevar por el momento, no quería sufrir, y menos por un hombre tan enigmático como Giancarlo D Luca sin embargo ahora estaba en su cama, desnuda siendo acariciada por sus grandes manos, besada lentamente por esos carnosos y deliciosos labios.

—¡Gian!—susurro en sus labios mientras el mordía uno de ellos jalándolo entre sus dientes.

   Una de sus manos se paseaban desde los senos de Cloe hasta su intimidad, su dedo medio se deslizaba tan fácilmente porque de nuevo Cloe estaba chorreando y él nuevamente listo con su gran miembro erecto y duro para entrar dentro de su glorioso cuerpo.

—¿A cuántas has traído aquí?— se atrevió Cloe a preguntar, quería saber con cuántas mujeres había cogido en su cama pero al mismo tiempo no quería saber la respuesta, la contradicción jugaba con su mente.

   Giancarlo hizo una mueca con sus labios.—Una— contesto y a ella se le oprimió el pecho.

—¡Oh!— contestó y el sonrió.

—Eres la primera.— contestó y el corazón le palpitó.

—Eres un mentiroso.—ella le regaló una sonrisa y el se maravilló con ese pequeño gesto.

   Rápidamente la aprisionó con su cuerpo subiéndose sobre ella, el miembro de Giancarlo palpitaba al sentir el roce de su intimidad.

—Eres la única Cloe, aprisionó las manos de Cloe encima de su cabeza sosteniéndola con una mano y con la otra tomó su verga gruesa, dura, y venosa para introducirse nuevamente dentro de ella.

—¡Ah!— gimió ella al sentir la intromisión de ese ejemplar, Giancarlo mordió el mentón de Cloe cuando ella echo la cabeza hacia atrás sintiéndose partida en dos.

—Me abres toda.—confesó gimiendo.

  Eso lo calentó aún más embistiéndola muy duro.

—No se que me excita más nenita, tu apretado coñito, tu rostro lleno de placer o tu boquita que dice miles de morbosidades.—Jadeo excitado al llevarse uno de los pezones de Cloe entre sus dientes.

—Con solo verte me excito.— confesó ella riendo. Siendo clavada nuevamente por Giancarlo muy duro.

—¿Alguna vez has dejado en silla de ruedas a alguien?—bromeó ella y Giancarlo sonrió de lado.

—No, también serás la primera.—contestó morboso.

—¡Virgen Santísima!— exclamó al sentirlo tocar lo más profundo de su ser.

—¿Puedes hacerlo más duro?— preguntó ella con una mueca traviesa, a lo que D Luca soltó una carcajada, elevó una de las piernas de Cloe sobre su ancho hombro y salió completamente de ella volviendo a entrar.

—¡Joder! Gritó ella.

—¿Así o más duro loquita?— jadeo sin dejar de mirarla a los ojos.

—Estoy segura que sí me das más duro me sacarás mi cerebro.—  Gian gruñó y siguió penetrándola firme, duro. Entrando y saliendo de ella como un puto maestro del sexo.

   Giancarlo salió de ella en un movimiento rápido la tomó de la cintura y ella enrolló sus piernas en su cintura.

—Sujétate fuerte de aquí.— pidió el ensartándola nuevamente. Ella rodeó sus brazos al cuello de él, mientras que Giancarlo la tomó de su culo para cogerla como una muñeca inflable.

Dulce CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora