Giancarlo mi jefe me había dado unos días libres ya que viajó con su pequeña pero diabólica y hermosa mujer a Italia a visitar a sus padres, la verdad veo muy enamorado a mi jefe y estoy feliz por él, porque en verdad lo veía muy solo, es un poco retrasado pero igual lo aprecio y se merece una buena mujer como lo es Cloe, es un gran tipo en verdad, me ha dado la mano incontables veces, es un hombre generoso en verdad pero algunas veces un hijo de puta con las mujeres y solo espero que el mal nacido no lo eche a perder con sus estupideces con la hermosa Cloe, en fin todos tenemos una historia que contar, una vida complicada, un día solo vivimos para uno mismo y al día siguiente todo puede cambiar y querer dar tu vida por otra persona, así de simple y complicada a la vez es la vida.
Y yo estoy aquí como un maldito enfermo esperando que el idiota, hijo de puta del novio de la mujer que me trae mal, salga de su casa para poder hablar con ella, hace días que me ignora y necesito que me diga que sucede, aún no entiendo cómo puede estar con un hombre tan despreciable como ese sujeto.
Estoy en mi auto un poco alejado de la entrada de su casa para que no se de cuenta nadie que estoy vigilándola.
Mariana, ese es su nombre, una pequeña mexicana de 21 años que me tiene loco desde que coincidimos hace unas semanas atrás por casualidad en una plaza cuando salí a correr y ella caminaba presurosa sin mirar la calle y la tire al suelo sin querer.
Desde ese día la acecho como un loco enfermo, pero que puedo hacer cuando lo que quiero es protegerla de ese maldito, un novio que al parecer la golpea aunque ella lo niegue y lo justifique.
Y por fin lo veo salir subiéndose a su motocicleta, es un ser despreciable, observo a través del retrovisor cuando acelera y se pierde en la avenida.
Es ahí donde bajo del auto, pero no sé que haré, me había dicho que vive con su padre, pero no sé si estará en la casa o se encuentra sola.
Aún así camino hasta la entrada, indeciso vuelvo a dar la vuelta para caminar hacia mí auto.
—¡No seas cobarde Luke, anda!— lo que más hago últimamente es hablar solo, volteo nuevamente caminando hasta su casa.
Llegando hasta la entrada y me mantengo quieto por unos segundos, recuesto mis manos en la pared debatiéndome en tocar o no, podría salir su padre, y que le diré, claro preguntaré por cualquiera y diré que me equivoque de casa, lo que menos quiero es causarle más problemas.
Maldita sea, lo haré, toco una dos veces esperando que alguien me abra.
Escucho unos pasos acercarse y luego unos pequeños ojos grises me miran a través de la abertura de la puerta
Lo abre pero agachando la cabeza, levanto su rostro con mi dedo esperando lo peor, y ver su mejilla golpeada con un moretón, comencé a temblar, apreté los dientes muy fuertes hasta el punto de querer romper mi mandíbula.
—Ahora mismo me dirás dónde está ese maldito infeliz Mariana.— bramo furioso porque lo único que quiero es matarlo con mis propias manos, a golpes por ser un maldito, por atreverse a tocarla.
—No, Luke no pasa nada, no es nada.— contesta desesperada.
—¿No es nada, te parece que esto no es nada? Es un maldito hijo de puta como de atreve a tocarte.— grito rabioso, fuera de mí.
—Por favor, por favor. — suplica con lágrimas en los ojos, cuando no lo soporte y la abracé a mi cuerpo, escondiendo su rostro en mi pecho.
Sujeté entre mis manos su delicado, angelical y aniñado rostro secando sus lágrimas con mi dedo pulgar.
—No puedes seguir aguantando esto, ¿Mariana que es lo que te ata a él por Dios, que carajos es dímelo?
Ella solo negaba repetidas veces.
—¿Tu padre donde está?— gruño molesto, no sé como un padre puede permitir esto.
—Todavía no ha llegado, Luke debes irte por favor, nadie puede verte aquí.
—Vamos conmigo Mariana por favor, te suplico nena por favor, no puedes seguir aquí, ven que yo quiero cuidarte.
Ella abre sus enormes ojos parpadeando, mirándome.
—¿Por qué te preocupa tanto lo que me pase? —Acaricié su mejilla lentamente para no lastimarla más.
—Por que a una niña tan hermosa como tú no deberían tocar ni con el pétalo de una rosa.— no soporte más y pegue mis labios a los de ella, dulces como ella, una princesa.
—Tienes que irte Luke.— se despegó de mi y sentí un gran vacío, quería llevarla conmigo.— Mi padre podría llegar y no puede verte aquí.
—Me voy Mariana pero una cosa te voy a dejar en claro.— levante mi dedo índice señalándola.— una más pequeña, una más y ese tipo es hombre muerto, y no me importa lo que pase después.
Me acerqué nuevamente a ella para dejar otro beso en sus labios.
—No huyas más de mí Mariana, porque no te dejaré en paz eso grábatelo en la cabecita y mañana te espero en el mismo lugar de siempre.
—No por favor.— pidió ella temerosa y yo solo quería besarla más, delinee sus labios con mi pulgar sujetando su pequeño rostro entre mis manos.
—¿Irás?— pregunté con el corazón latiendo a mil porque diga que sí, necesito tenerla en mis brazos.
—Si iré.— contestó tímida y sentí mi cuerpo y mi alma vibrar.
—Buenas noches Mariana que descanses y sueña conmigo.— sonrió levemente mordiendo su labio despacito.
—Ya vete.— dijo empujándome fuera de la casa para cerrar la puerta, sentía mi cuerpo con una irá incontrolable.
Moví la cabeza negando, si te encuentro maldito en mi camino juro que te mato, gruñí ronco caminando hasta mi auto para irme de allí preocupado por ella, por esa pequeña morenita de ojos grises.
¿Qué es lo que te ata a él Mariana, que es? —Golpeo el volante para poner en marcha y marcharme de ahí.
Ay y esto que es por Dios, ¿nuestro querido Luke enamorado? Esto es increíble en verdad.
Pueden conocer su historia en mi libro "Caprichoso Deseo" pero la encuentran en mi perfil de Booknet en español.
Perfil: Ida Gonzalez
No está publicada aquí ese libro. Así que les invito a seguirme allí y leerlo porque es un libro genial. Luke tendrá muchos problemas que superar, el amor no será fácil para él.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...