Ésa semana Giancarlo no tuvo la mejor semana ya que uno de sus mayores socios, Thomas Michael quería retirarse del proyecto si no aumentaba el margen de sus ganancias, no era tonto y sabía que en el rubro hotelero tenías cada vez mayores ganancias.
Después del último informe mensual había estado disgustado ya que el último proyecto incluía uno de los hoteles más grandes en California, que le dejaría miles y millones de ganancias de D Luca Company, su socio mayoritario era justamente el viejo Thomas. Y para rematar no quería negociar con él, lo quería hacer con su hermano Dante.
Trató por todos los medios negociar con él pero el viejo no dio su brazo a torcer, no le quedaría de otra más que llamar a su hermano nuevamente para darle una mala noticia.
Después de lo de Harrison, ahora sería Thomas pero Giancarlo estaba seguro de que esto era obra de su hija caprichosa, la modelo Sara Michael que desde hace tiempo echó el ojo a Dante, Giancarlo también tuvo sus encuentros con la modelo pero particularmente no le había gustado para nada.
Y para colmo estaba su secretaria que lo estaba matando ya hacía tres semanas que se estaba aguantando no besarla, no abrazarla como tanto quería y para colmo verla todos los días con el hijo de perra de Darius lo enfermaba.
Quería despedir a ese idiota, pero ¿bajo que excusa? Le estaba robando a la mujer que le gustaba, no no le gustaba, le encantaba, lo estaba volviendo loco verla todos los días con su faldita ajustada, su blusa ligeramente desabotonada, esas gafas que la hacían ver tan inocentes pero al mismo tiempo tan sexi, tan sensual, la forma en la que mordía el lápiz escuchando lo que él le decía, sin darse cuenta lo provocaba física y mentalmente.
Y su pelo atado en una cola alta que lo único que le provocaba era imaginarla hincada frente a él, mamando de su polla y el sujetándola de esa cola guiándola hacia atrás y hacia delante. Su boquita sería el cielo y el infierno al mismo tiempo, de tan so imaginarla comenzar a endurecerse nuevamente.
Eso quería, eso lo estaba matando. No sabía cuánto más podría resistir, prometió mantenerse alejado de ella, pero era tan difícil aquello.
La seguía cada día como un enfermo, la seguía hasta la universidad y luego al salir de clases ya estaba nuevamente asechándola, porque sí el era su maldito benefactor, él había pagado absolutamente toda su beca de este año y el siguiente hasta terminar su carrera.
Quería darle eso, quería darle todo lo que ella quisiera, solo con verla sonreír, con tal de no dejar de ver ese brillo en sus hermosos ojos.
Pero todo esto lo estaba haciendo desde las sombras, porque sabía que Cloe no aceptaría su ayuda.
Pero ese día había sido el peor de todos, verla subirse nuevamente con el imbécil ese, y ser él quien la llevara a la universidad. Pero era su culpa en partes por querer alejarse de ella.
Giancarlo se encontraba bebiendo en un bar, solo ya que Luke no lo quería acompañar porque según él era el chófer. Giancarlo bufo negando, cuando una hermosa mujer se le acercó a coquetear con él.
Hacía demasiado tiempo que no estaba con una mujer, su mano era su única compañía y las fotos que guardaba en su galería robadas desde la red social del Cloe.
—¿Estás solito guapo, necesitas compañía? Giancarlo sonrío al repasarla con la mirada era muy guapa sin embargo no se comparaba con Cloe y es que ese era su mayor adicción ahora, comparar a cualquier mujer con su secretaria y lo peor es que no había punto de comparación.
—No preciosa, está noche no estoy interesado. Contestó sonriendo de lado llevado su vaso de coñac a los labios. La mujer se sorprendió.
—¿Eres gay? Preguntó y el solo negó.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...