Austin movía las manos sobre el rostro de Mireia, acariciando sus mejillas sonrojadas por los besos compartidos, el pelo suelto, con toda la calma que en esos momentos no tenía. Se apartó y la observo preso de su belleza, así, con los los labios entre abiertos y pupilas tan brillosas como la constelación del cielo..., sencillamente divina. El hombre paseaba sus iris por todo su rostro, buscando guardar en su memoria cada minuto, cada segundo que esté junto a ella..., cada respuesta a sus roces, a cada beso.—¿Estás segura? —volvió a preguntar, no quería pensara la estaba utilizando, al contrario, deseaba mucho más que un acostón con aquella bruja que lo había hechizado. Mireia no contestó, simplemente asintió, y llevo una mano a su nuca empujándolo hacia sus labios, callándolo con su boca sobre la suya. Lo besaba como nunca antes lo había hecho, con fuerza, con una pasión que incluso a ella le mantenía todos los pelos de punta. Lo necesitaba con desespero..., con un sobrenatural deseo. Suspiro.
Austin no estaba seguro de adonde los llevaría aquello, después que compartieran sus cuerpos, pero buscaría la respuesta en otro momento, ya abra tiempo para descubrirlo, ahora solo quería dedicarse a ella y a su placer.
Alejando cualquier pensamiento de su cabeza le quito la cartera y la dejo caer al piso, para luego arrastrar su labio inferior entre sus dientes y apretar sus nalgas, acercándola mucho más a su cuerpo ¡Dios! Había tenido tanto deseos de hacer aquello. Él hombre pudo sentir como a Mireia se le escapaba un pequeño jadeo, el cual le llegó directo a su miembro, lo hizo vibrar y punzar contra su bóxer. Se sentía como un adolescente con las hormonas revolucionadas.
Mireia abría la boca con deseo, dejando que aquel moreno de hermosos ojos grises saqueara todo su interior, de pronto él le entró la lengua y ella pudo sentir como todo su cuerpo ardió como si estuviera dentro de una caldera a fuego lento, ya no podía pensar con claridad, sus movimientos incluso los sentía torpes, todo él la tenía hechizada bajo el embrujo del deseo. Ambos empezaron una batalla entre cada beso, peleando por llevar el mando, entregando en aquel acto algo mucho más que sus labios.
Austin paseaba las manos por todo el cuerpo de la chica sin reparar en ningún sitio en especifico, apretándose contra ella, mostrándole con su erección lo excitado que lo tenia, mientras ella respondía a él, dispuesta a todo lo que él la guiase, darse cuenta de ello lo dejo con la boca seca. Le fue quitando la camisa mojada lentamente, dejando a la vista un brazier color blanco, el cual mostraba por encima la blanca piel de Mireia. Suspiro deleitado mientras con las yemas de los dedos rozaba el borde de los senos, abrumado por su suavidad y con el deseo de llevárselo a la boca a niveles elevados. Él era consciente de cómo su pecho se hinchaba y deshinchaba con rapidez, bajo la cabeza y dejó un beso cálido sobre su piel, sintiendo como donde su cálido aliento sopló los vellos se erizaron.
La joven pudo sentir como una electricidad le atravesaba todo el cuerpo, necesitaba más, quería más. Tomo a Austin por los hombros y lo fue haciendo caminar hacia su habitación. La desesperación por sentirlo entre sus piernas, su feminidad punzando con la necesidad de ser acariciada y sus besos calientes la tenían abrumada. Con la mano que no mantenía jalándole los cabellos de la nuca a Austin abrió la puerta de su recámara, impulsándolo a caminar mientras le quitaba la camisa pegada a ese cuerpo la había hecho fantasear un millón de veces. Una vez la prenda estuvo fuera Mireia con la yema del dedo índice rozó su pecho, con lentitud, como si su propio contacto la mandara a cavar su propia tumba, estudiándolo. Él la observaba pasar su dedo por toda la superficie superior de su fisionomía, con las pupilas engrandecidas y oscuras por el deseos contenido. Darse cuenta que ella se encontraba tan excitada como él le hizo la boca agua y aceleró los latidos de su corazón.
Austin no pudo soportar un minuto más su tortura, la tomo por los hombros, le dio vuelta, la dejo delante a la cama y la empujó, haciéndola rebotar sobre el colchón. Todo su cabello se esparció sobre la tela crema, haciéndola ver condenadamente sexi, con los ojos brillantes y las manos tendidas a cada lado de su cuerpo, esperando por él. Se sintió un cazador logrando apresar su víctima después de un largo día. Le desabotonó el pantalón, sintiendo como su propia respiración se volvía cada vez más irregular, se lo sacó de una vez e hizo lo mismo con el suyo para después treparse encima de ella, empezando a repartir besos desde la base de sus senos hasta su boca. Mireia lo recibió con ardor, apretándolo contra ella, permitiéndole meter su lengua dentro de su boca y saquear todo su interior. Él hombre se movió sobre ella, con rapidez, dejando a un lado la delicadeza, ¡necesitaba tenerla ahora! Le quito el brazier metiéndose uno de los senos dentro de la boca mientras acariciaba el otro con la mano, apretándolo. Mireia cerro los ojos y soltó todo el aire que tenía guardado en sus pulmones de pronto, había esperado tanto aquello que lo sentía magnífico, maravilló, casi glorioso.

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Al borde del precipicio
RomantizmAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...