Mireia mantenía los brazos sobre cada lado de la bañera, con la mirada fija en la pared blanca y los pensamientos desbordando su cabeza. Se encontraba exasperada por no lograr sacar ese maldito hombre egocéntrico de su cabeza y indignada consigo misma cada que sentía todos los pelos del cuerpo erizarse y su interior calentarse.
Quisiera excusarse con el pretexto de, a lo mejor alguien la ha embrujado, sin embargo, no creía en esas porquerías. Tal vez solo estaba terminando de perder el juicio; Sí, para ella suena mucho más razonable y aceptable.
Antes de recluirse en su interior y convertirse en una persona totalmente diferente a quien solía ser, había tenido un novio: Tayler. Un chico muy lindo: De tez blanca, pelo cobrizo con algunos reflejos rubios, unos hermosos ojos verdes, alto y de facciones dulces y simétricas. Duraron dos años de relación y a lo mejor, tal vez todavía hubiesen estado juntos de no haberle puesto fin después del incidente. Es una posibilidad.
Empezaron el amorío cuando tenia dieciséis años. Una joven enamorada e ilusionada con la idea de un bonito noviazgo igual que el de las películas que solía ver, con un chico guapo, él cual era deseado por la mayoría de las chicas de la secundaria. Por la misma razón sentía su vida era un sueño. Poseía todo lo que un adolescente desearía tener para llevar una vida sin preocupaciones: Buena posición económica, padres complacientes, el mejor hermano mayor hubiera podido llegar a tener, dos mejores amigas, muchas amistades en el colegio y ahora al chico guapo; Quien nunca pensó llegaría a poner sus ojos sobre ella, a pesar de saber lo bonita que era.
Con él tuvo sus primeras citas, asistió a fiestas hasta altas horas de la noche, probó alcohol, caminatas por las aceras de su mano, escapadas durante horas de clases —aunque nada tan grabe para que sus padres lleguen a enterarse— aprendió lo que los chicos llamaban un "verdadero beso" de lengua y toqueteos descarados.
En aquellas épocas solían encontrarse en la casa de Tyler, cuando esta se encontraba sola para ver alguna película, pero siempre terminaban recostados sobre el sofá, con él encima suyo, manoseando su cuerpo. Estando solos, las hormonas y testosteronas de la adolescencia se revolucionaban y se encontraban alteradas todo el tiempo. De modo que cuando empezaban a besarse, la temperatura se elevaba en grandes proporciones y terminaban moviendo las caderas una contra otra y pegando ambos sexos por encima de la ropa. Por varias ocasiones quiso terminar con la tortura de solo sentirlo, superficialmente y no mucho más de cerca. Sin embargo, nunca llegaron a dar ese siguiente paso por más y tuvieran la intención de hacerlo.
No obstante, todo las sensaciones conocía para aquel tiempo, ahora no sé comparan con las que despertó Austin sobre su cuerpo, sin siquiera haberle puesto una mano encima.
No era bruta. Sabia lo que es tener a un chico besando tu cuello mientras manosea tus pechos y luego los succiona, y como al hacerlo un extraño calor se apodera de tus entrañas y tus movimientos se entorpecen, o como de sólo sentir el roce de su miembro contra tu feminidad enloqueces. Sin embargo, después de esos encuentros en aquel tiempo, jamás había vuelto a tener esos pensamientos hasta este momento. Por primera vez en años quisiera permitirse dar ese paso con alguien.
Estaría mal si le propongo que nos enrollemos sin compromiso alguno de parte de ambos. —pensó. Seria lo mejor. Ella no puede darse el lujo de mantener una relación y mucho menos quisiera tenerla. No obstante, nunca se lo propondría. Estaba segura él la creería prostituta si le planteaba tal idea.
Pero, ella solo desea conocer su cuerpo, experimentar lo que es que un verdadero hombre te acaricie, descubrir que tanto calor la haría sentir o cuantas groserías la haría pronunciar; Quisiera dar ese paso. Permitirle explorar su fisionomía y averiguar cual seria su limite de placer al momento de tener sexo. Ansia descubrir tantas cosas, probar y poder saciar esa curiosidad estuvo extinta por tanto tiempo.
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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...