— ¡Ohhhh! ¡La película estuvo buenísima! —exclamo Mireia mientras se llevaba una palomita de maíz a la boca. Iban saliendo de la sala del cine, acababan de ver una película de la cual ni siquiera era capaz de recordar el nombre pero que la trama la había cautivado a tal punto de mantenerla las dos horas bajo suspenso. Se sentía bien, relajada, con tanta energía que podía correr por todo el lugar hasta quedar sin aire. Austin la miro, sus grandes iris marrones brillan como dos faroles en medio de una oscura calle, sus mejillas sonrojadas y la sonrisa entre sus rosados labios le dejaban el corazón paralizado. Para él ella era sencillamente divina.—¿De verdad te gusto? —cuestiono él, caminando a su lado, pasando la mirada de sus atrayentes ojos al pasillo por donde iban. Tras la comida y durante toda la película estuvieron cada quien en su asiento, no hubieron roces, miradas libidinosas pero mucho menos alguna insinuación que lo dejara saber estaban bien ó al menos pudiera ocurrir algo más entre ellos esa noche, de modo que si aquella bruja que lo mantenía idiotizado no daba el primer paso, él se marcharía y todo quedaría así.
—¡Por supuesto! Estuvo increíble. —chillo, con la energía burbujeando en su interior por mas que buscaba aplacarla. El hombre rio negando. Verla de aquella forma, sonriente y parlanchina mientras comía rosetas de maíz lo hacían desear detenerla y besarla. Sin embargo no lo haría, no quería luego la situación se volviera incómoda, no después de ver lo alegre que puede llegar hacer, no después de ser consciente con Mireia se debe ir un paso a la vez.
—Nunca pensé te gustarían las películas de acción, pero que bueno te haya gustado Mireia. —murmuro él , con las manos dentro de los bolsillos delanteros del jeans, intentando con la mirada ubicar su carro entre tantos vehículos, con un enorme deseo de abrazarla como una pareja normal. Quiso golpearse por ese ultimo pensamiento, era obvio lo ultimo que ambos eran es una pareja.
—A decir verdad tenia muchísimo tiempo sin visitar una sala de cine o simplemente ver una película, pero esas desde antes siempre han sido mis favoritas. —él asintió, atento a todo lo que ella podía decir, ese día la había visto reír muchas mas veces que las veces de las que siquiera podía haberse imaginado. Le encanto, descubrir esa nueva faceta en donde sabia ella se mostraba como realmente era cuando no se preocupaba por ocultarse de todos lo dejo fascinado.
—Podemos repetirlo. —dijo, mientras sacaba el auto del estacionamiento del cine y se introducía bajo la noche en la concurrida carretera, deseando con todas sus fuerzas repetir aquello.
—Claro. —aceptó, posando la mirada en la ventana, observando los edificios quedar atrás y los autos pasar junto a ellos como si de algo de otro mundo se tratara.
Iban sumergidos en un silencio sepulcral, en uno cómodo, en donde la tensión, el dolor ó aburrimiento no tenían espacio. Era de noche, las estrellas no se veían bajo las brillantes luces de las lamparas y el estruendo de las calles parecía no estorbar dentro de aquel vehículo. Mireia se había quedado dormida. Austin al notarlo le acomodo la cabeza contra el asiento para que no se golpeara contra el cristal. El día había sido muy arrollador para ella. Cuando el carro se detuvo en un semáforo en rojo el moreno voltio y la observo; Sus facciones se habían relajado por causa de la inconciencia, sus pestañas largar rizadas, sus cejas finas, piel blanca como la porcelana y labios rellenos le hacían ver a la mujer más hermosa que sus ojos jamás habían podido mirar. Se encontraba totalmente hechizado. Elevo una mano y acaricio su pómulo delicadamente, con cuidado de no despertarla.
¿Cómo haría para que ella termine de abrirse a él y le permita formar parte de su vida? Seria difícil, lo presentía. Aun recordaba las pequeñas cicatrices que Mireia poseía esparcidas por el cuerpo, podía sentir como el alma le quemaba al darse cuenta de ello, tenia la férrea necesidad de saber ¿Qué había pasado? ¿Cómo se había hecho aquello? Sabia poco de su vida, solo lo que había salido en la investigación y lo leído en el periódico del año de la fatídica noticia de su familia, sin embargo era muy consciente Mireia no le contaría nada y él no debía preguntar, al menos si quería siquiera siguieran viéndose. Agacho la cabeza y sin contenerse un minutos más rozo sus labios, un simple roce pero que a él lo dejaron con el corazón acelerado y con la hermosa sensación del mundo en sus labios.

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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...