El viaje para Mireia fue tedioso, tanto por las largas horas de vuelo como por la compañía no deseada de Thomás, ambos simplemente no podían estar encerrados en una misma habitación. Cuando su padre murió, por un momento llego a creer que aquel hombre la seguiría queriendo con el mismo cariño le profesaba de pequeña, incluso pensó le daría su apoyo incondicional, le abriría las puertas de su casa acogiéndola como una hija más y le brindaría el amor de una familia que ya nunca más volvería a tener ; Nunca considero si quiera las cosas fueran a terminar como lo hicieron.
Cuando la noticia de la muerte de su familia se supo ella se encontraba en el hospital, a su lado se hallaba su abuela cuando Thomás ingreso a la habitación en compañía de Claudia su esposa, Leticia y Yaritza su abuela paterna.
Yaritza una vez atravesó la puerta se acerco a la cama en donde se encontraba Mireia, la beso repetidas veces en la cabeza llorosa y le susurraba palabras de aliento al oído. Nadie podía simplemente creer lo que había acabado de pasar. La joven se encontraba con el alma en el piso, el corazón roto y desbordada en llanto, de modo que se permitió desquebrajarse en un lugar seguro y permitirse soltar aunque sea la mínima parte de su dolor entre sus brazos.
Vio a Thomás a la distancia, aun estaba en el umbral de la puerta, los ojos se le veían desorbitados, las manos dentro de los bolsillos del pantalón delantero y pasaba el peso de su cuerpo de un pie al otro repetidas veces. Quería llamar su atención, lo quería cerca, necesitaba que él le asegurara ''todo estaría bien'' aunque sabia nada volvería a estarlo; Entonces le toco el hombro a su abuela y ella comprendió inmediatamente debía alejarse, así lo hizo derramando lagrimas. Mireia taciturna extendió una mano hacia él y entre sollozos le pidió por favor se acercara y la abrazara, era lo único necesitaba en ese momento, la protección de un hombre, alguien le asegurara nada malo volvería a pasar.
Por un momento, al verlo poner sus ojos en ella y observarla sin apartar la mirada pensó se acercaría, no obstante hizo todo lo contrario, rasco su nuca, aparto sus iris de su rostro, dio media vuelta y se marcho dejándola con el corazón hecho polvo. La habitación quedo sumergida en un pesado silencio el cual era roto solo por los sollozos de la chica. Yaritza lo disculpo, asegurandole estaba muy consternado y afligido por lo ocurrido, su otra abuela Miriam la secundo, por lo que lo acepto y lo comprendió.
Cada quien tiene su manera de aceptar la perdida de alguien al cual amaste, cada persona tiene una forma diferente de sufrir y llorar por alguien y la de Thomás era hacerlo en soledad, así lo entendió Mreia para aquel entonces.
Durante todo el tiempo que estuvo internada Thomás no volvió acercarse por allí. De parte de su familia paterna únicamente la visitaban Yaritza y Leticia. No obstante, lo continuo comprendiendo, a lo mejor no se encontraba bien para ir a verla, tal vez al ella ser muy parecida a su hermano no podía verla por que si lo hacia podría invocarlo.
Después llego el día que tendría que abandonar el hospital, se suponía iría a su casa ya que nadie se había tomado el tiempo de pensar que ya no tenia hogar. Sin embargo, Miriam la sorprendió con una habitación ya acondicionada para ella en su casa, de modo que se quedo allí durante un tiempo, en compañía de su abuela. En el transcurso de su estadía allí tampoco supo nada de su tío y eso ya le estaba afectando mucho más de lo que lo aceptaba.
El día del funeral lo estuvo buscando con la mirada todo el tiempo, lo vio después del entierro, detrás de unas lapidas, mirando hacia los arboles con las manos dentro de los bolsillos del pantalón negro de tela. Mireia sorbió por la nariz, paso el dorso de sus manos por las mejillas limpiando el rastro de lagrimas y dirigió sus pasos hacia él. Thomás escucho sus pisadas en las gramas por lo que voltio y la observo con ojos inescrutables. La joven termino de acortar la distancia y extendiendo los brazos haciendo amago de abrazarlo, sin embargo, él dio un paso atrás y la esquivo.

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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...