XV

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Austin la vio caminar subida en esos altos tacones, moviendo la cadera de un lado a otro con sensualidad, lo peor, estaba seguro ella no era consciente de eso. Sintió como algo dentro de su cuerpo empezaba a incendiarse, quemando todo su interior.

Había tenido una buena dosis de mujeres a lo largo de su vida, una mas bella que la otra, no obstante, por ninguna había sentido la agotante ansiedad de follarla como con Mireia. Cada vez se le hace mas doloroso para su erección el evocarla todas las noches en su cama y no poder tocarla al tenerla cerca. La situación era una mierda. Lo peor era que sentía a Mireia escurrir de entre los dedos, cada vez mas lejos.

Pateo sus pensamientos lejos de su cabeza al ver a su padre caminar hacia él.

—Acabo de toparme a Mireia en el ascensor. —anuncia, volviendo a dar vuelta y empezando a caminar en la misma dirección por donde había llegado con Austin a su lado. —. Me cuestiono el por que el enterarse a ultima hora que le tocaba a ella dar las palabras de despedida. ¿Puedes explicarme Austin? —le pregunta, con una mirada seria. Extiende una mano y pulsa el botón del ultimo piso. El joven supo de inmediato que había sucedido y quien podría tener la culpa de lo sucedido.

—Hace días mande le avisaran papá..., debió ocurrir una equivocación. —se excuso, rascando la nuca, incomodo. Isabella estaba detrás de aquello pues estaba seguro había mandado el comunicado con ella.

Con una mierda. Esa chica había comenzado a darle problemas. —musito para sus adentros. La única razón por la que seguía frecuentándola era por que le había dejado bien en claro no tenia ningún derecho sobre él, muchos menos en sus amistades, ella lo acepto conforme o al menos eso le había dejado saber. Debía volver hablar con ella y esta vez dejar las cosas mucho mas claras que la ultima vez.

—Entonces, cambia la secretaria o la haces mas eficiente Austin. —añade, saliendo del ascensor y caminado hasta atravesar la puerta de caoba que da frente a una larga pasarela en tono blanco rodeada por sillas. Una vez ingresan al interior la música impacta contra sus oídos, por un momento tuvo la necesidad de cubrirse las orejas con las manos sin embargo, no lo hizo, espero hasta acostumbrarse al bullicio. —. No se permiten pequeños errores que pueden ser evitados hijo. —termina, alejando de él y dirigiendo sus pasos a un grupo de hombres que le habían hecho señas una vez ingreso al espacio.

Internamente, deseo estrellar la cabeza contra una pared por los posibles problemas que le podía acarrear la pequeña jugarreta de Isabella.

—De acuerdo. —dijo al aire, bufando. No le gusta le llamen la atención, mucho menos por terceros. Deberá hablar con esa chica, pero esta vez no con la misma calma que la ultima vez.

Mireia se sentó en la primera fila, de frente a la pista por donde desfilarían las modelos, con las piernas cruzadas y el celular en la mano, escribiendo en las notas, tratando de acomodar las palabras que diría. Estaba acostumbrada a trabajar bajo presión, no era nuevo para ella, sin embargo, le gusta acomodar las ideas horas antes de tener que decirlas pues no era la mejor para dirigirse a las personas.

Se llevo una mano al fino collar y tomo el dije de diamante entre los dedos, dándole vueltas. Parecía mentira que le costara tanto pensar en como formar un pequeño discurso, le achaco la culpa a Austin; Si no lo hubiese visto y si no la hubiese puesto nerviosa ya hubiera escrito aquello.

El lugar quedo en penumbras, todas las luces alumbraban a la tarima, de modo que todos lo invitaros entendieron la función empezaría pronto; Empezaron a tomar asiento, el salón quedo hundido en pequeños murmullos  y de pronto se escucharon los aplausos al salir el bello hombre de ojos grises de entre las cortinas negras en la base de la pasarela.

Al borde del precipicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora