Austin saboreaba los húmedos labios de Mireia, degustándolos como si estuvieran recubiertos de miel y aferrándose a su sabor dulzón. Mireia..., la gran diosa que lo traía con el mundo de cabeza. Mientras ella pasea las manos por todo su hermoso escultural cuerpo se entrega a ese ‒a los ojos del mundo simple beso, pero para ella una galaxia estrellándose contra sus labios‒ su nombre no dejaba de rebotar contra su cabeza. Mireia era aquella mujer de actitud férrea, personalidad apabullante..., pero a la misma vez era la misma mujer que lloro delante suyo permitiéndole ver su lado sensible, temeroso; Ella es aquella mujer que deseaba mantener a su lado de una forma u otra.Mireia fue apartando sus labios de los de Austin lentamente, con el corazón retumbando contra sus oídos y la creciente decisión de no desear volver a alejarlo calando sus huesos. La verdad, es que después de la muerte de sus padres se había prohibido a si misma tantas cosas que por primera vez en muchos años deseaba simplemente dejar de hacerlo, aunque sea solo en ese momento. La sensación era tan extraña como apabullante, pero a la vez atrayente como el canto de las sirenas a los marineros. Sabia que ese juego podía llegar hacer su perdición, pero también estaba dispuesta a correr el riesgo, a quemarse no solo las yemas de los dedos, sino completa.
La joven con una pequeña sonrisa adornando sus labios, golpeo el agua impactando el rostro de Austin con ella, él cerro los ojos y ella rio a consecuencia de ver como su seño se fruncía y restregaba sus parpados a causa de la salada agua.
‒No debiste haber hecho eso preciosa. ‒dijo él, tomándola de pronto por la cintura, tarándosela al hombro y sumergiéndose con ella encima. Mireia soltó una carcajada, tragando agua a consecuencia de ello. Una vez volvieron a la superficie no podía parar de reír y toser al mismo tiempo, con esfuerzo se bajo del cuerpo de aquel hombre y arremetió contra él golpeando el liquido. Sin embargo, cuando Austin la imito la pequeña fuerza de la chica no pudo compararse con la suya, dejándola en total desventaja.
Los minutos pasaron, entre toqueteos sensuales, risas carentes de amargura y besos casuales. Mireia tenia un sentimiento extraño instalado en el pecho, una extraña sensación de calidez se abría paso en su interior..., una rara percepción de como se sentía años atrás.
Cuando el hambre ataco Austin pidió comida a un restaurante cercano, comieron entre risas y conversaciones triviales, ahí uno al frente del otro, como si se conocieron de toda una vida y no de solo días. Austin quedaba fascinado cada vez que la escuchaba reír con esa cálida y angelical voz que lo perseguía en cada uno de sus sueños, sus marrones iris se iluminaban con la luz del sol reflejada en ellas dejándole un toque de realidad, mostrándole lo bellos y atrapantes que son sus ojos una vez dejan de lado los muros que han levantado para impedir ver su interior. Es hermosa..., así, sin una gota de maquillaje, el pelo húmedo, pupilas excitadas y brillosas, mejillas sonrojadas e enorme y atrapante sonrisa en sus rojos y carnosos labios.
Las horas pasaban, Austin y Mireia caminaban por la orilla de la playa, con los dedos entrelazados, ella reía cada dos segundos por algo que él había dicho a tal punto de necesitar tocar su abdomen por la presión y él sin poder evitarlo presionaba sus labios contra los suyos, mordisqueando su labio inferior, saboreando su sabor dulzón y su suavidad atrapante, Mireia de inmediato pasaba los brazos por detrás de su cabeza, besándolo con una creciente electricidad atravesando su cuerpo. Su boca era una adicción para ella.
‒Háblame de ti... ‒murmuro ella, quedo, aun con sus labios contra los suyos. Austin arrastro su labio inferior entre sus dientes haciendo que un pequeño jadeo escapara de la garganta de la chica, enardeciéndolo de inmediato y se aparto, mirándola fijamente a esas constelaciones que ese día tenia en la mirada.
‒¿Qué quieres saber? ‒cuestiono, pasando las manos por su cintura, situándolas detrás de su espalda baja, acercándose aun más a ella, dejando una fina línea en medio de ambos, casi imperceptible.

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Al borde del precipicio
Lãng mạnAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...