Al llegar al departamento el silencio de esas cuatro paredes impacto de frente con su cara, estrujándole el corazón una vez más al recordarle la soledad a la que estaba sometida junto con su abandonada alma resquebrajada. Se quito los zapatos negros planos y dirigió sus pisadas a la cocina, desganada, mientras Ramón deja las maletas en su habitación; Abre la nevera, se sirve un vaso de jugo, sin estar poniendo atención a lo que hace, distraída, a la distancia nota como su guardaespaldas baja las escaleras y tras un asentimiento de cabeza se marcha, volviendo a quedar sola.Mireia se encuentra totalmente molida tanto por el viaje como por estarlo pensando, era desgastante la situación. Un minuto se decía así misma dejar las cosas fluir entre ambos, permitirse conocer la pasión que podía crecer entre ellos y al minuto siguiente quería correr tan pronto sus pies se lo permitieran. Era estúpido... Un constante va y ven. Mireia tenia un abrumador deseo por experimentar, no obstante, cada que avanzaba un paso para borrar todo por un momento de su mente algo volvía hacerla caer de bruces en la realidad, como un pesado cubo de concreto amarrado a sus pies.
Tomo el celular, dándole vueltas en la mano, distraída, tubo la intención de escribirle a su abuela y avisarle de su llegada, pero descarto esa opción de inmediato, ella querría que fuera a visitarla y ella no se encontraba con los ánimos suficientes de ver a nadie. Necesitaba estar sola.
Austin Torres... era un hombre con una personalidad atrayente, alegría burbujeante y con un ego tan elevado como el de él, Eric. Era imposible no invocarlo cuando lo tenia cerca, cuando ambos poseen características tan similares. Eric también solía encontrarse todo el tiempo con una enorme sonrisa que lo caracterizaba y dejando desorden por cada lugar donde pasara. Su hermano era el guapo chico de ojos claros por el que las niñas de la escuela llegaban apresuradas al comedor para poder verlo antes de que se marchara con sus amigos, era el niño del cual todas sus amigas estaban enamoradas y a la ves era él mismo que limpiaba sus mejillas húmedas de lagrimas cuando algo no iba bien y él mismo que le había prometido estar siempre ahí para ella. Bufo. Toda su vida era una completa mierda.
Una pequeña lagrima rodo por su pómulo, tan solitaria como su alma. Abrumada lanzó el vaso con su contenido dentro contra el piso, airada, resentida, enojada con la vida. Todo aquello era mucho más de lo que una persona supuestamente cuerda podría soportar y estaba cansada..., tan cansada de vivir bajo aquella bruma de tristeza, aveces incluso simplemente sentía que no iba a poder más.
Bajo del taburete, caminando hacia las escaleras cuando sintió un pequeño dolor punzante en el piel. Mordió el labio inferior llorosa, no fue la decisión más inteligente, caminar descalza con todos los cristales esparcidos por el suelo. Bajo la mirada notando como la sangre empezaba a salir, cayendo y manchando la blanca cerámica. Tomo unas cuantas servilletas y se sentó en el borde de las escaleras, desganada.
‒Esto era lo ultimo que me faltaba. ‒susurro, acongojada. Los últimos días habían estado atiborrados de recuerdos, atormentándola. Presiono la herida. Sin embargo, con él, Austin a su lado por un minuto pudo sentir como sus pulmones volvieron a llenarse de aire puro y limpio, pero cuando quiso tomar mucho más de aquel momento ese sentimiento de culpa volvió hacer su aparición, de modo que todo volvió a resquebrajarse una vez más. A veces debemos aceptar que no todos llegamos a este mundo para tener un felices para siempre.
Al revisar la herida y notar que ya no goteaba sangre emprendió camino a la segunda planta, con el talón del pie elevado, evitando que vuelva a fluir aquel escandaloso liquido rojo. Tomo una ducha, buscando alejar malos pensamiento de su cabeza, luego una pastilla para dormir y se recostó, observando el blanco techo de su habitación. Más tarde limpiaría el desastre que dejo abajo, ahora necesitaba dormir o al menos tratar de hacerlo.
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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...