—Austin, recuerda que mañana a temprana hora la señorita León pasara a supervisar si todo esta de acuerdo a su pedido. —. Inmediatamente escucha el apellido de la mujer que lo trae con el bóxer apretado levanta el rostro en su dirección, Isabella enarca una ceja esperando le diga algo al verlo observarla como si no comprendiera sus palabras. —. ¿Sucede algo? —cuestiona ella, pasando el peso del cuerpo al otro pie, incomoda.—¿Mireia vendrá al desfile? —pregunta a la vez que deja de firmar los papeles que tiene en frente, atónito.
—¿Mireia...? —dice en voz interrogativa.
—Perdón... —musita, alejando el sillón ejecutivo del escritorio y poniendo los codos encima de el. —. La señorita León... —aclara, rascando la nunca y mostrando una pequeña sonrisa. La mujer lo mira con una flecha de celos atravesando su pecho. ¿Debería pensar mal al ver el brillo que adquirió su cara al escuchar aquel nombre?; Algo le asegura que si, sin embargo, ¿quien era ella para decirle que puede y que no puede hacer? Desde un comienzo le dejo bien en claro no le interesaba ningún tipo de relación y ella lo había aceptado. A pesar de no estar de acuerdo.
—Pensé que tu padre te lo había mencionado puesto que a él le confirmaron la asistencia. —murmura ella con los dientes apretados. Algo en su mirada le decía ella no era simplemente una socia mas para él, saberlo la enfureció.
Austin no podía creer como la suerte jugaba a su favor trayendola justo aquí... hasta él... Hubiera querido verla antes y no haber tenido que esperar tanto para hacerlo, sin embargo, había tenido que acortar su visita a New Jersey y volver antes de lo previsto. El nuevo lanzamiento lo tiene sumergido en deberes que no podía dejar para otro momento. Pero ahora el destino estaba de su mano, la tendría más cerca de lo que pensaba en menos tiempo del que creía pasaría antes de volver a verla.
—A lo mejor se le paso. ¿Sabes a que hora aterriza su vuelo? —hablo, mientras roza su labio inferior con el pulgar, con la mirada perdida, sintiéndose malditamente feliz por como se van dando las cosas.
—¿Por qué debería saberlo? —murmuro, mirándolo con desdén. Austin ladeo el rostro, observándola con una ceja enarcada y sonrisa socarrona. Estaba celosa, lo sabia, pero le importaba un comino. Antes de acostarse con ella le dejo claro era lo único conseguiría de él, eso y algunos lujos, pero nada más.
—Tal vez..., por que es tu trabajo..., ¿no? —Isabella bufo, desbordada por el enojo recorriendo sus venas. Por supuesto sabia que lugar ocupaba en aquella empresa y en su vida, no obstante, eso no era impedimento para mantenerla calmada al verlo babear por aquella mujer.
—No lo sé... Su secretaria no da mucha información. —se excuso. Austin asintió, volviendo a acercar el sillón al espacio en medio del escritorio y regresando los ojos a los papeles que estaba firmando antes de ser interrumpido, sin volver a reparar en la celosa y colérica mujer que le lanzaba cuchillos con la mirada. La situación le hacia gracia. Las chicas siempre aceptaban su trato y meses después se enojaban por no obtener más de lo predicho.
—De acuerdo... puedes retirarte. —Isabella salio de allí con los dientes apretados y con la ira calando su interior. Moría por conocer aquella mujer y no por razones amigables exactamente.
Austin releyó nuevamente el documento intentando volver a concentrarse, sin embargo, los pensamientos no lo dejaban tranquilo; El solo pensar ella podría estar en la misma ciudad que él ahora mismo lo tenia loco y eufórico. Aun faltaban algunas horas para salir de la empresa, podía marcharse antes, era el jefe, pero no iba hacerlo, demasiadas cosas faltan por finalizar para poder marcharse.
No obstante, si quería volver a concentrarse en el trabajo debía sacarse de la incógnita, necesitaba saber donde se encontraba y era ya. Sabia bien, si llamaba a la secretaria de Mireia esta no le proporcionaría ninguna información acerca de su paradero, de modo que tendría que averiguarsela de otra manera.
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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...