Mireia siente la cabeza pesada; La sensación de calor que recorre su cuerpo le nubla los pensamientos y la borrachera que carga encima no la ayuda en nada. Quisiera averiguar si al recostar por un momento la cabeza sobre la barra quedo dormida y ahora esta soñando, sin embargo, teme si lo hace despierte y ya no tenga al atrevido hombre de ojos grises saqueando su boca, de modo que abrió la boca y lo beso con tanta ferocidad que sintió los labios arder..., doler.Austin la sujeta con un brazo alrededor de la cintura y la otra mano en la nuca, buscando mantenerla quieta mientras le devora la boca con todo el deseo que lleva contenido a la hermosa mujer que lo mantiene en constante vilo. Sin embargo, Mireia con un descontrolado brío, le sujeta las mejillas con ambas manos mientras moldea sus labios a su antojo; Con las emociones vueltas un lió y con la creciente ansiedad de sentirlo mas de cerca, ladea el rostro buscando la comisura de la boca del hombre y al encontrarla le pasa la lengua excitándolo en sobre manera y así misma.
Tembló al sentir la necesidad con la cual ella separaba los labios y le devolvía el beso, batallando con su lengua sin la menor intención de rendirse ante él; Ser consciente de ello lo puso peor. Estaba perdiendo totalmente el control ante ella y él no era esa clase de hombre, no cede control, ni siquiera al momento de tener sexo. Aferro la cintura de Mireia y empezó a avanzar haciéndola retroceder hasta pegar la espalda a la barra detrás de ella; La poyo contra la madera inclinándose sobre su cuerpo, eliminando la poca distancia le quedaba mientras paseaba las manos por el cuerpo arqueado y la seguía besando con ferocidad y hambre por poseerla.
¡Mierda! La deseo con locura... Ojala estuviéramos a solas para arrancarle ese endemoniado vestido que me esta volviendo loco y por fin hacerla mía. —ese solo pensamiento le cayo como balde de agua fría sobre la calentura. —. En primer lugar, no se encontraban solos y en segundo lugar, Mireia en sus cinco sentidos no le permitiría comerle la boca delante de tanta gente. —. ser consciente de ello lo dejo lívido.
A Mireia se le escapaban pequeños jadeos entre cada beso los cuales eran amortiguados por la carnosa boca de Austin, mientras pasaba las manos por sus bíceps. De apoco lo sintió disminuir la velocidad hasta dejar caer pequeños besos sobre su boca.
—Vamos Mireia, te llevare a tu habitación. —murmuro él viéndola a los ojos. Ella tenia las pupilas engrandecidas y brillosas, como sabe están las suyas también.
Mireia guardo silencio por un minuto. Quiere y desea acostarse con él pero ¿seria ese el momento adecuado de hacerlo? Tal vez si pues si deja se le pase la borrachera a lo mejor no tendrá el valor suficiente de hacerlo.
—Espera un minuto. —dijo, decidiendo no darle mas vueltas a las cosas. Lo desea, lo necesita, eso era lo único le importaba ahora.
Austin asiente y aparta la mano que la mantenía apresada dándole espacio; La vio sacar una tarjeta de su bolso y pasarla al Bartender, un minuto después volvió hasta donde él con la mirada ardiente. Sintió su miembro apretar contra el bóxer al ver sus iris bañadas en lujuria, quiso arreglarlo de manera disimulada, no obstante, al dar vuelta noto como algunos rostros estaban puestos sobre ellos. Mireia paso por su lado y camino delante suyo con la espalda recta y una media sonrisa sin reparar absolutamente en ninguno de los presentes; Su actitud lo sorprendió, nunca la había visto sonreír hasta ese día y no la creía el tipo de mujer que le gustara llamar la atención.
Al llegar al ascensor ella lo espero con la espalda contra el metal, se coloco a su lado y pulso el piso de su cuarto. De pronto, Mireia empezó a jugar con sus uñas sobre el pantalón de él, arañando la tela; Bajo la cabeza y la encontró observándolo con los iris brillosos, una ceja enarcada y el labio inferior atrapado entre los dientes. Austin no lo creía, pestañeo varias veces para asegurarse de no estar alucinando, segundos atrás la había sonreído y ahora estaba juguetona. No sabe que hacer, por que de querer, ya estaría sobre ella subiéndole el vestido hasta la cintura y apretándole las nalgas con fuerza hasta ponerlas rojas. Pero no puede, él no se aprovecharía de una mujer tomada, aunque pareció todo lo contrario allí abajo, no obstante, ¿quien puede juzgarlo? Esa mujer es su dolor de cabeza y no se lo pone fácil el no tocarla.

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Al borde del precipicio
RomanceAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...