Austin mantenía la mirada fija en la carretera, permitiéndose observarla por el rabillo de los ojos por pocos segundos, para luego volver la mirada, conmocionado. Estaba hermosa, bueno, Mireia siempre estaba bellísima. Mantenía la vista fija a través de la ventana, como si intentara que nada le pasara desapercibido, como si lo que lo que admiraban sus iris fuera lo más lindo que hubiera visto nunca.Le gustaba mirarla, ver como sus cejas se fruncían al parecer por propio instinto, las mejillas siempre se mantenían sonrojadas haciéndola ver tierna sobre esa blanca piel de porcelana y sus labios gruesos le hacían desear besarla todo el tiempo. Mireia era todo por lo que habia esperado durante tanto tiempo.
Aparcaron delante de un edificio muy conocido en New York, uno enorme, de desorbitantes pisos. Los cristales azul oscuro lo rodeaban por completo, armando su estructura. Austin salió de prisa, corrió hasta su puerta abriéndola, para luego extender una mano hacia ella. Mireia la tomo, taciturna, sintiendo como el corazón empezaba a martillearle con prisa y los vellos de la nuca se le erizaban, no por el frio que estaba haciendo esa noche, sino por todos los sentimientos mezclados que él le hacia sentir, muchos de ellos incluso aun no era capaz de ponerles nombre.
Él hombre se colgó el brazo de la joven en el suyo, instándola a seguirlo, rozando ambos cuerpos. Mireia ya sabia en donde se encontraba, habia visitado aquel lugar varias veces al rededor de sus años de vida, no obstante, no quiso negarse a sentirlo cerca, estaba segura no volvería hacerlo en mucho tiempo.
Atravesaron la plaza hasta llegar al ascensor más cercano, pasando por medio de un sin numero de personas que no reparaban en ellos en lo absoluto y que iban de una tienda a otra, sumidos en sus cosas. Entraron en el elevador con un silencio instalado, a Austin le gustaba hablar con ella, cuando tenia sus murallas bajadas, como estaba ocurriendo en las ultimas fechas. Era fácil hablar con esa Mireia, le gustaba. Sin embargo, la mayor parte del tiempo solía recluirse dentro de si misma, volviendo todo más complicado y logrando así para él fuera difícil entablar siquiera una conversación con ella.
Llegaron hasta la ultima planta, dentro del restaurante se encontraban unas pocas personas regadas en diferentes mesas del centro, lo que le parecía a Mireia muy normal teniendo en cuenta ser inicio de semana.
Se detuvieron delante de un joven detrás de un alto pulpito de color marrón.
—Buenas noche. —hablo Austin al joven quien parecía estar leyendo algo en la tableta. Levanto el rostro y mostro una pequeña sonrisa de disculpa.
—Ahh, disculpe señor. Buenas noche. —dijo con las mejillas sonrojas, causándole un poco de gracia a Mireia. Él chico no podría tener más de veinte años y aun le estaba poniendo muchos pues parecía ser más joven. —, ¿A nombre de quien tiene la reservación? —cuestiono, tecleando en el electrónico, con las cejas fruncidas, mientras se mordía el labio inferior.
—Romero Austin. —musito, él muchacho asintió volviendo a teclear, segundos después se acerco un moreno con rostro mucho más mayor que quien los estaba atendiendo y les extendió el brazo en señal de paso hacia el interior.
—Bienvenidos. —dijo él rubio, mientras ellos empezaban adentrarse en el lugar.
Él moreno de gran altura los condujo por medio del lugar hasta una de las mesas más alejadas del centro, al lado del gran ventanal, el cual le permitía ver gran parte de la ciudad desde allí cosa que a Mireia le gustaba pues estando en la empresa pasaba gran parte del tiempo Mirando por el... perdiendo la mirada a través de el, mientras dejaba volar sus pensamientos como le estaba pasando en ese momento.
Por más que pensara en lo que Austin deseaba hablar con ella no podía tener ni la mínima idea de que era, ellos simplemente no tenían nada que hablar y a esas alturas dudaba mucho fuera sobre aquella desagradable chica que irrumpió en su departamento esa mañana. A lo mejor solo buscaba evitar el tema lo más posible porque sencillamente lo dejaba como un total idiota delante de ella.

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Al borde del precipicio
Storie d'amoreAustin: Simpático. Aventurero. Sensual. Atrevido. Mireia: Directa. Real. Indiferente. Organizada. Ambos de personalidades tan diferentes pero a la misma vez tan atrayentes, como el mismo sol junto a la luna formando el crepúsculo. Ella era todo lo...