treinta y ocho

7.3K 366 19
                                    

El fin de semana pasa rápidamente y cuando quiero darme cuenta ya es la mañana del lunes.

La he pasado alucinante con mis chicos.

Luego de que Ada hablara con cada hombre individualmente ellos volvieron a comportarse como si estuviéramos en casa y fue hermoso saber que la familia de Jonan, y por lo tanto también algo mía, nos apoyara y brindara tanto amor.

Por mi parte fue un alivio saber que dormiríamos en un cuarto de invitados todos juntos porque, como he mencionado, no soy capaz de dormir sin ellos a mi lado.

En cuanto a la cabalgata debo decir que no estuvo mal, aunque mi caballo guío a su antojo el trayecto y yo dejé que hiciera lo que le plazca. También vi otros animales de granja como conejos, muchos conejos con los que los chicos me han sacado una foto mientras interactuaba con esos pequeños mamíferos.

Mis chicos lindos y animalitos, ¿qué más podía pedir?

Pero el tiempo pasó y las responsabilidades tocaron la puerta haciendo que nuestros momentos de mimos, besos y cariñitos estén ausente por al menos ocho horas.

Sabiendo que no faltará más de media hora para que la alarma suene y destruya nuestro último momento de libertad -bueno, en realidad el suyo, ya que por unos días más no comienza la universidad, pero de todas maneras me incluyo en el conjunto- abro los ojos y me encuentro con que el rubio a mi izquierda, con su costumbre de madrugador, ya se encuentra despierto.

-Buenos días, gatita -pronuncia con su voz ronca de recién amanecido.

Su mano, la que permaneció toda la noche sobre mi vientre, reparte suaves caricias sobre esa área por debajo de mi pijama.

-Hola, gatito -respondo de la misma manera robándole una sonrisa.

Un suspiro sale de su boca y posteriormente él gira su cuerpo sobre mí y sus piernas se posicionan a la altura de mi cadera aprisionandome por debajo de él.

Su rostro queda situado en el hueco de mi cuello y es allí en donde se encarga de repartir dulces besos por toda la zona.

Mientras Al y yo disfrutamos de unas caricias mutuas Jonan sigue completamente dormido a mi derecha. Quiero despertarlo y traerlo conmigo pero decido que descanse lo más que pueda.

Continuamos muchos minutos más así hasta que son cinco minutos los que nos separa del inicio de su día y Al se dirige al baño predispuesto a prepararse. Tomo el móvil y desactivo la alarma que sonará en dos minutos y me acerco a mi bello durmiente.

-Despierta, mi amor -le digo dulcemente acariciando su rostro, él solo se remueve un poco- Jonan, despierta.

Sus párpados se mueven y veo sus hermosos ojos verdes por primera vez en el día. Me da una ligera sonrisa y toma mi mano con la suya.

Minutos después la cama queda totalmente vacía y los tres nos encaminamos hacia la cocina para desayunar.

-¿Qué harás hoy? -pregunta Al mientras toma su humeante café.

-Saldré a comer con Karla -le respondo

Verdaderamente saber que estarán lejos de mí la gran parte del día me pone algo inquieta así que decidí tratar de que eso no me afecte buscando distraerme con otras actividades.

-Disfruta de tus últimos días libres, peque -dice Jonan dejando su taza sobre el lavabo- Puedes estar durmiendo calentita en la cama.

-No hace falta que despiertes con nosotros, gatita -Alex avala a su amigo.

-Quiero desayunar con ustedes -digo- No me molesta hacerlo

La conversación muere sabiendo que ninguno de los tres cederá en nuestros puntos y nos disponemos a terminar el desayuno. Mientras me encargo de los trastes y de ordenar lo poco que usamos ellos se arreglan para el trabajo.

ENTRE LA LEY  |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora