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-T-tú, n-no d-despertabas, c-creía q-que t-te i-iba... q-que t-te i-iba ... a-a p-perder y-y p-pensé q-que s-si m-me d-daba u-un a-a ta que p-por s-sobre d-dósis d-de a-alcohol y-y d-drogas... p-podría v-volver a v-verte... - dijo elevando su vista, hasta encontrarse con la mía. Ambos llorábamos en silencio. Ninguno rompía el contacto visual. Yo iba a hablar, pero la puerta de la habitación en la cual nos encontrábamos, se abrió de golpe, dejando ver a un André nunca visto. Un André hecho polvo, devastado, reventado, cansado. Un André a punto de desplomarse. Me hubiera gustado en mis infinidades haber podido correr a abrazarlo, es más, lo intenté, pero me mareé y decidí que era mejor esperar a que llegara a mi lado. Él caminaba a paso lento. Al llegar a los pies de la camilla, Iván se levantó y se fue, para dejarnos un poco de privacidad. Antes de irse, depositó un pequeño y corto beso en mis labios, acción a la que yo reaccione sonrojándome, porque aunque sabía que lo había hecho como método marca-territorio, había sido de mis primeros besos. Cuando la puerta se cerró estaba todo en completo silencio, algo que me incomodaba mucho. No sabía qué decirle , sabía que estaba muy enojado conmigo y, razón no le faltaba. Él siempre me dijo que dejara el tema de las drogas, o que al menos aflojar a un poco la cantidad que introducía a mi cuerpo, pero nunca lo escuché y no le hice caso en ningún momento, cosa de la que ahora me arrepiento. Pero, ambos sabíamos que esto acabaría pasando antes o después. Nuestras miradas se cruzaron, pero él enseguida la desvío hacia el suelo, ocultaba algo y yo se lo sonsacaría.
-L-lo siento -dije con un hilo de voz. Realmente me sentía algo culpable, él era como el hermano que nunca tuve. Él se preocupó por mí, cuidó de mí, confío en mí, luchó conmigo y por mí, me apoyo, me ayudó, me aconsejó, me escuchó y, lo más importante, me quiso como nunca jamás nadie lo había hecho. Él fue el único que nunca se apartó bajo ningún concepto. El único con quién pude contar cuando pasó la mayor desgracia que me podía haber ocurrido en todo lo que llevo de vida. Él siempre ha estado ahí para mí. Y prometió que siempre lo estaría. Y espero que así sea. No sé qué haría si no fuera así. No volvería a ser yo. Nunca. Jamás. Ya sí que no. Y si ya era cerrada de por sí con la gente, ya no querría saber cómo sería.
- Mía, por favor, no te disculpes mientras que no tuviste la culpa. No me hagas ésto más difícil de lo que es ya, peque... - dijo el conectando nuevamente nuestras miradas.
-¿D-de qué hablas, André? - pregunté ante su extraño comportamiento, algo le había pasado, él no actuaba normalmente así. Algo no me cuadraba. ¿Estaba drogado? ¿Qué coño?
-Mira Mía, lo siento, pero no tengo otra opción, es o tu...o mi familia y yo, y espero que lo entiendas, que mi familia va muchísimas veces antes que tú -dijo acercándose hacia mí, peligrosamente.
-¿Qué te pasa André?¿ Qué has hecho con el antiguo tú?, con el que tenía una brillante y radiante sonrisa que enamoraba a cualquiera, ¿dónde está él? - pregunté, comenzando a derramar algunas lágrimas.
-¿ Sábes, Mía? Ya me cansé, me cansé de dar y no recibir, me cansé de ayudarte y que cuando yo tengo problemas pases de mí, me cansé de consolarte cuando te pasaba lo más mínimo, me cansé de soportarte, me cansé de que me utilices... ¡¡¡NO SOY NINGÚN MUÑECO CON EL QUE PUEDAS JUGAR Y LUEGO GUARDAR PARA SIEMPRE EN EL CAJÓN DEL OLVIDO, JODER!!! Me cansé de dar mi vida por ti y no recibir nada a cambio, me cansé de que seas el centro de mi mundo, me cansé de rechazar cosas y oportunidades por ti, me cansé de protegerte, me cansé de necesitar verte para sonreír o para tener tranquilidad y paz dentro de mí, me cansé de que te quejes, me cansé de tus preguntas, me cansé de que te drogues, me cansé de darte consejos y que no los escuches, me cansé de tus berrinches de niña chica, me cansé de que siempre hagas lo que te de la real y puta gana y no escuches nunca a los demás, me cansé de tus horribles cambios de humor... me cansé de quererte. Pero esto ya no es sólo por mí, si no por todos ellos, mi familia está en riesgo y todo es por tu maldita culpa, Mía, joder, eres una pedazo de egocéntrica y egoísta que sólo piensa en sí misma, en su propio dolor y no en el de los demás. Que sólo ve el dolor que otros causan en ti, pero no ves el que tú causas en ellos. Nunca te paras a pensar en por qué podrían hacerte lo que fuera que fuese que te hallan hecho. Quizá tú has hecho algo peor y no lo sabes, o lo sabes pero quieres olvidarlo y enterrarlo. ¿No se te ha ocurrido nunca, Mía? -dijo él muy enojado, cada vez más cerca de mí.
En menos de un segundo, cambió su ritmo y se dirigió hacia las máquinas conectadas a mi cuerpo. Se dedicó a observarlas durante un largo tiempo. Hasta que comenzó a desconectar de golpe todas las máquinas que me mantenían con vida. El aire comenzó a faltarme rápidamente, me comencé a marear, mi cabeza volvía a doler, todo daba vueltas a mi al rededor. Cerré inconscientemente los ojos, antes de caer dormida en un profundo sueño, pude escuchar la voz de André una última vez más.
- Que descanses, peque- dijo con una risa demasiado falsa, retórica y sarcástica. Una muy retorcida que nunca antes , en todos los años de amistad que habíamos tenido, le había oído.
Tras eso, todo quedó en negro.
Me preguntaba cosas como por qué a mí, qué había hecho yo para merecer todo esto, pero, obviamente no obtenía respuesta alguna. Nunca la obtendría.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora