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Pesádamente, abrí los ojos, miré a mi alrededor, estaba nuevamente rodeada por máquinas, sólo que ésta vez, sí funcionaban y estaban conectadas a mi cuerpo.
Miré a mi al rededor  nuevamente, fijandome concienzudamente en todo lo que había en la maldita y balnca habitación de hospital y al lado de mi camilla había otra. En ésta, estaba un chico rubio, sentado, con ojos azules, quizás los más hermosos que haya visto en toda mi vida, mirándome fíjamente, con algunos moretones en los brazos, unas dos o tres vías conectadas a sus venas y una mano vendada, con la venda llena de sangre. Tenía puntos en su ceja y en el labio.
Él cambió su cara a una sonriente, lo mejor que pudo, ya que por su expresión pude deducir que le dolía el labio. Se levantó, trayendo junto a él, las tres máquinas y se agachó hasta quedar frente a mi rostro. Yo me acerque a él y junté delicadamente nuestros labios. Él volvió rápidamente a su camilla antes de que las enfermeras pasaran a revisar y lo encontraran levantado.
-¿No recuerdas nada de lo ocurrido? -preguntó nervioso. Y preocupado. Lo cuál me extrañó bastante. ¿Qué era lo que había pasado tan tan tan malo como para que él esté así? Esa ya familiar sensación de terror volvió a invadir nuevamente, una vez más como muchas otras, todo mi ser. Arrasando con todo. Mi mente iba a mil por hora, idenado teorías descabelladas de lo que podría haber ocurrido el tiempo que estuve ausente.
-Lo último que recuerdo fue a André decirme "que descanses, peque" y después todo se volvió negro y no oí o sentí nada más -dije mirándole a los ojos y encogiéndome de hombros. Aquellos ojos hermosos, azules, que me volvían loca, ese tamaño, ese color, ese brillo... eran perfectos. Pero aquellas cualidades, por algún motivo, ahora mismo no las cumplían como de costumbre. Algo pasaba, algo le preocupaba. Algo malo había pasado en el tiempo en que yo no estaba consciente. Algo de lo que no estaba segura complemente de si quería saberlo o no. Porque...¿Realmente quería? ¿Realmente quería seguir martilizandome por algo de lo que, probablemente,no hubiera tenido culpa pero mi estúpido cerebro, jugándome malas pasadas, me hiciera creer que sí que tenía culpa, es más , que tenía toda la puta culpa del mundo y me deprimiera más aún? ¿Realmente quería pasarlo peor? ¿Relamente quería sufrir más? ¿Realmente quería seguir desperdiciando la oportunidad que mi padre me había otorgado, con la esperanza de que no le defraudaría? La misma oportunidad que usaría para cambiar. Para volver a ser yo. Para dejar las drogas , el alcohol. Ser de otra forma. Ser como soy con todo el mundo . Abrirme más a la gente . Bueno, no nos flipemos tanto tampoco eh. Lo justo y necesario. Lo único que tenía claro es que si averiguaba lo que mierdas había pasado , todos mis planes se irían a la puta mierda. Igual que yo. Y eso no podía permitir que pasase. Al menos no otra vez. Ya lo había hecho muchas veces. Esta vez era diferente. Era importante. Tenía a alguien por quién luchar. Alguien por quién levantarme si me caía. Alguien que si eso pasaba, sería el primero en ayudarme . Alguien que estadía ahí conmigo luchando en todo momento y que nuca me dejaría. Aunque... Eso mismo había dicho tanta gente y luego me habían traicionado de una manera tan tremendamente brutal y terrible que ya no sabía a quien o qué creer. Hasta día de hoy, el único que me había prometido lealtad eterna y la había cumplido hasta día de hoy, era Neissan. Que...por cierto... ¿Dónde estaba? ¿Cómo es que no había venido ninguna de las dos veces a verme? Joder. Mi mente estaba empezando - cómo no- a crear sus putas teorías de mierda. Teorías que normalmente eran erróneas y solo servían para hacerme sufrir y pasarlo mal, pero teorías al fin y al cabo.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora