~6~

89 16 2
                                    

Cuando por fin pude salir de mis hilos de pensamientos y ser consciente de todo lo que estaba pasando en el que hasta hace media hora era un pasillo de instituto normal y corriente, como otro cualquiera , comencé a gritar como loca y a agitar las manos en el aire, intentando llamar la atención de alguien. Intentando que me ayudasen.
-¡Chicos!¡ Por favor! ¡Parad ya ! ¡Ya vale joder!-dije, entre sollozos. Mira que eran cabezotas, por más que lo repitiera seguían haciendo lo que a ellos le daba la gana.
Volví a decir lo mismo un par de veces más y, justo cuando estaba por darme por vencida... en ese justo momento, crucé mi  mirada con la de  Iván y estoy segura de que  pudo ver lo preocupada que estaba , mis ojos reflejaban temor y súplica. Y de repente, todo paró. Los golpes. Las súplicas. Los cuchicheos. Las voces. Todo. Fue como si todo el instituto se quedase en silencio por una serie de segundos. Segundos los cuales ojalá no se acabasen nunca.

Él se  alejó rápidamente de Zev y se puso en pie. Tenía una raja en el labio, en el lado opuesto a su -perfecta- perforación, la cual, he de admitir, que le quedaba bastante bien, no sé, le daba un toque de: no me hables para tonterías pero para lo demás estoy disponible todo el día, y las mejillas de un color rojo intenso . Como las de Zev. Y, normal. Con la de guantazos y puñetazos que se han llevado los dos...

En cuanto estuvo de pie y algo más estable, corrí hacia él y me hundí en su pecho mientras él acariciaba mi cabeza intentando calmarme. Pero no lo conseguiría. Desde luego que no. No podía más. A la mierda la gente. A la mierda el instituto. A la mierda el hacerme la dura. A la mierda todo y todos. No aguantaba más. Me había contendio mucho tiempo pero ya no más. Ya no. Todo tiene su límite y el mío ya ha llegado.

A penas y sin darme cuenta,  comencé a soltar algunas lágrimas y en ese momento mi corazón se rompió en dos. No podía más. Necesitaba poder romperme por una vez. Necesitaba que esta vez, cuidaran de mí en vez de yo de ellos, como pasaba siempre. Era ya cuestión de necesidad. Ya no era querer. Ya era algo más grande que eso. Y juro por Dios que no podía soportarlo más.

Iván tomó mi cara entre sus manos. Y he de reconocer -por poco que me guste hacerlo- que aquel breve contacto con él, el poder comprobar yo misma que él estaba bien, me tranquilizó bastante -más de lo que alguna vez reconocería en voz alta- 

- Ey...shh...tranquila, estoy bien - dijo,  con una sonrisa de lado.

-No, no lo estas, Iván a mí no me engañas , sabes igual de bien que yo que eso no es verdad - dije, apoyando mi cabeza nuevamente en su pecho y rodeándo su cintura con mis brazos, atrayéndolo todo lo que pudiera hacia mí- pero al menos...

La gente comenzaba a disiparse del pasillo.

-Si estoy bien, Lason. Deja de preocuparte por mí. Debería ser al revés. -dijo, interrumpiéndome.

-Oye, y ...¿ Cómo coño sabes mi apellido? Si nunca te lo he dicho... -dije, sorprendida.
Empecé a mirar por todo mi alrededor, buscando algo que me diese una pista o , simplemente, evitando que su mirada captase la mía y viese que aquello, aquel gesto tan pequeño, había provocado algo tan grande en mí.
Porque ni yo me lo creía.
En fin, el pasillo estaba ya completamente desierto. Todos habían entrado ya en clase. Menos nosotros. Bueno, y Zev.
No podía creer cómo había sido su amiga durante tanto tiempo. No lo entendía. Lo gilipollas que había sido. Dios mío. Él había jugado conmigo todo este tiempo y yo, como tonta , no me había dado ni cuenta. Joder. Vamos bien. Vamos muy bien. Y luego la gente quiere ganarse mi confianza tan fácilmente. ¡Ja! Que gracia...
Aparté mi mirada de Zev porque ya no era capaz de mirarle a la cara. Bueno, generalmente de mirarle. Me daba asco. Algo que jamás pensé que sentiría y menos hacia él. Y aquí estoy. Sintiéndolo en todo su esplendor. Valla mierda. Valla mierda de vida. Valla mierda de amigos. Valla mierda de día. Valla mierda de gente. Valla mierda de instituto. Y, sobre todo valla mierda de persona. No podía tenerlo cerca. No lo soportaba. Y cada segundo que pasaba el cual se hacía más eterno que el anterior, me causaban más ganas de salir corriendo a mi casa o a donde fuera. Pero irme de aquí. Irme lejos. Sin nadie. Sola. Porque ya , ¿Con quién me iba a ir si la persona que realmente me quería, que siempre me quiso, ya no está , nunca estará más? ¿Ya qué importaba?
Dirigí mi mirada hacia Iván, que me miraba fijamente intentando saber lo que pensaba, intentando ayudarme. Y, no pude evitar pensar en lo bien que se ha portado conmigo. En el poco rato que hace que le conozco, me guste o no, se ha ganado una parte de mi confianza y respeto. Y he de admitir que tengo miedo. Tengo miedo porque eso mismo me pasó con Zev de pequeños. Y mira tú las cosas cómo están hiendo... Sólo espero, pido y deseo que con Iván no sea así. Que pueda tener por fin a alguien de verdad en mi puta vida. Alguien que me valore y me respete. Alguien a quien de verdad le importe. Alguien que no sea tan falso como Zev. Alguien como lo que Zev me había prometido sery me había vendido que era. Alguien real. Alguien transparente. Alguien que me entienda. Alguien que me ayude. Alguien que me apoye. Alguien con quien pueda ser yo misma. Alguien perfecto. Pero esos "alguien" solo existen en los cuentos perfectos, en los cuentos con finales felices. Y, déjame decirte que esta historia, sin duda alguna, nunca ha sido , ni será un cuento perfecto.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora