Me encontraba sentada en el borde de la ventana, admirando cómo caía la lluvia. Limpiando la suciedad del suelo y, a su vez, ensuciandolo más. El cielo estaba teñido de azules y morados, los cuales se iluminaban cuando un rayo hacia acto de presencia. El viento soplaba fuertemente, agitando de manera brusca las ramas y hojas de los árboles. Me encantaba observar llover. Poder ver que no soy la única que se encuentra mal. Porque para mi llover es eso, un acto de tristeza.
Mi móvil sonó, interrumpiendo mi línea de pensamientos y mi tranquilidad. De repente, un escalofrío me recorrió por completo. Algo malo iba a pasar hoy. Me acerqué lentamente hacia mi móvil. Un mensaje. Cuando lo abrí, me quedé petrificada :
Número desconocido
Mía, esto de jugar al esoncite es divertido, pero yo prefiero la acción directamente, no tanto esperar. Tienes algo que me interesa, al igual que yo. Hagamos esto por las buenas y nadie saldrá herido. Tienes hasta media noche para darme lo que me corresponde.
Mis manos temblaban, no era posible. Esto no podía ser verdad. Aquí nadie podía encontrarme y mucho menos hacerme daño. Además , antes de venir me había cambiado de número. Ahora nadie lo tenía. ¿ Cómo era posible que alguien lo hubiese conseguido?
Yo no tengo nada que ver contigo, creo que te has equivocado.
Al instante de haberse mandado, una notificación llegó.
Otro mensaje.
Sabes que si. ¿ Hace falta que te recuerde lo que ocurrió aquella noche? Si, la noche en que tu padre murió. Se que estabas allí. Viéndolo. Esa noche, robaste algo. Algo que me pertenecía y que quiero recuperar.
Lo recordaba perfectamente.
5 de julio del dos mil catorce.
23:30p. m.
Mis manos temblaban al igual que mis piernas. Estaba nerviosa y moría de miedo. Papa subió arriba hace rato, me pidió que pasase lo que pasase no subiese bajo ningun concepto. Siempre le obedecía, pero esa vez no. No aguantaba más.
Abrí lentamente la puerta de mi cuarto, intentando no hacer ruido y fui rápidamente hacia las escaleras. Al llegar a la planta superior, unas voces se comenzaban a oír. Cuanto más cerca estaba del despacho de mi padre, más se intensificaban.
- Will, ¡ te dimos tiempo! ¡ Mucho! ¡ Y tu lo desperdiciaste!- bociferó una voz totalmente desconocida para mí.
- Y-yo... L-lo siento... Solo... Solo una semana más... Por favor... - decía entrecortadamente mi padre. El miedo en su voz era notorio.
Cuando pensé que aquello acabaría allí, el estruendo de un disparo me alarmó, haciendo que diera un pequeño salto a causa del susto.
No lo pensé dos veces cuando salí corriendo en dirección a la puerta. La abrí sin pegar si quiera. Y me arrepentí de no haberlo hecho. Mi padre estaba tirado en el suelo, desangrándose. Quien le hubiese disparado sabia lo que hacía. No le querían matar directamente, querían que sufriera. Que fuese una muerte lenta y dolorosa, y joder, lo estaban consiguiendo.
- M- Mía- me llamó mi padre, intentando coger aire.
- Papa - sentí cómo las lágrimas inundaban mis ojos y sin poder evitarlo, se deslizaban por mis mejillas hasta caer de mi barbilla.
- Vete, cariño. Haz como si no hubieses visto nada - suplicaba mi padre intentando enderezarse, y haciendo una mueca de dolor al darse donde le habían disparado.
- ¡ No! ¡No lo haré! ¡No te dejaré, papá! - grite tan fuerte que sentía mi garganta desgarrarse.
No fue hasta ese momento en el que me percaté de la presencia de más personas, las cuales soltaban amagos de burla constantemente, como si aquella escena fuese lo más divertido y entretenido de ver.
Me gire con rabia hacia uno de ellos, el que había disparado a mi padre. El cual aún seguia teniendo la pistola en la mano. Juro que no pensaba por mi misma. Me diriji en grandes zancadas hacia el, le arrebate la pistola y sin pensarlo más, le dispare justo encima del corazón. Lo había matado. Había matado a alguien. Con a penas quince años. Y no me sentía mal. Al revés. En el instante en que el cuerpo sin vida de aquel hombre cayó al suelo, provocando un sonido de golpe sordo, todas las risas y murmullos cesaron. Todas las miradas se dirigieron hacia mi. Vale, ahora si comenzaba a tener un poco de miedo.
Justo cuando un hombre iba a darme un puñetazo, me aparte, haciendo que se cayera hacia delante y se rompiese el labio.
Salí corriendo en dirección a mi padre. Al llegar a donde estaba el, me susurro :
- Cuando éstos hombres se vallan, ve a mi habitación, abre el segundo cajón de la mesita de noche y coge todos los tarros que hay en el, sin pensarlo, bebetelos todos, es lo único que te garantizará la supervivencia, Mia-
Asenti, aún procesando sus palabras.
Los hombres se miraron entre ellos, asistieron a la vez y comenzaron a salir por la puerta, hiendose de aquella casa.
En cuanto estuvimos solos, abrace a mi padre todo lo que pude, llenando mi camiseta de sangre.
- Mía, prometeme que cuando descubras la verdad, no me odiaras , no me guardaras rencor - pidió con voz entrecortada mi padre, justo antes de empezar a cerrar los ojos.
- Lo prometo, papa - dije, al tiempo que el color terminaba de irse de su rostro. Se había ido. Para siempre. Nunca volvería.
Llore y llore a más no poder. No se cuanto tiempo paso hasta que me percaté de algo... el cadaver del hombre que había matado no estaba, en su lugar, había una nota:
No creas que esto ha acabado aquí, peque. Esto es sólo el comienzo. Preparate.
Un escalofrío me recorrió completamente y sin pensarlo más, salí en dirección al cuarto de mi padre, en busca de lo que el me había pedido. Tome todos y cada uno de los botecitos y después, todo quedo oscuro.
Aquel recuerdo... El que muchas veces, se me aparecía en sueños. Lo revivia constantemente y aún, a día de hoy, me seguía echando la culpa de la muerte de mi padre.
Un nuevo mensaje llegó:
23:30 p. m, tu antigua casa. Ya sabes en que habitación. Nos vemos.
Si, sabía perfectamente en cual. En la misma en la que habían matado a mi padre. ¿ Iba a ir? Por supuesto que si, pensaba acabar con todos los problemas de una maldita vez. Esto no seguiría así. Pero antes, debía planear una buena estrategia. Deje el móvil en la cama nuevamente y me puse manos a la obra. Me esperaba un día difícil.

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Inefable
Mistero / ThrillerInefable: algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.