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-Él salió fuera de tu habitación una vez que desconectó las máquinas de tu cuerpo. Se dirigió a mí y me dijo "esta vez sí, la has perdido al fin" y yo ...pues... no me pude contener y le pegué un puñetazo. Luego, él me devolvió el golpe, sólo que mucho más fuerte -dijo señalando la raja de su labio- y de la nada, aparecieron dos hombres que se acercaron de forma intimidante hacia mí. Comenzaron a golpearme igual que yo a ellos. Poco después, las enfermeras del hospital consiguieron separarnos. Yo había perdido mucha sangre y tenía graves lesiones y dijeron que había un veinte por ciento de posibilidades de que muriera. Aún así, en cuanto nos separaron, me dirijí corriendo a tu habitación, o bueno, lo más rápido que pude teniendo en cuenta mi estado  y te ví ahí, tirada en el suelo, tan indefensa. Con un gran charco de sangre rodeandote. Te juro de verdad por lo que tú más quieras que el corazón se me partió en dos. O en mil, no lo sé.  Corriendo, avisé a las enfermeras. Dijeron que necesitabas más sangre en tu cuerpo, que habías perdido casi el triple que yo. Así que decidí...donarte sangre-lo último lo dijo casi susurrando, temiendo a que  me enfadada con él por salvarme la vida. -Después de que André saliese de aquí, se puso a decir cosas horribles de ti, publicó fotos privadas o vergonzosas tuyas e impartió rumores inventados.-finalizó.
Simplemente, le sonreí, no era una de esas sonrisas forzadas, no. Era una desde lo más profundo de mi corazón. Me transmitió mucha ternura y nostalgia lo que el hizo por mí, arriesgo su vida por salvar la mía. Iba a intentar levantarme para dirigirme a la camilla de él, pero justamente cuando iba a ponerme en pie, la puerta de la habitación que ambos compartimos, se abrió.
Neissan entró rápida y fuertemente. Se dirigió hacia mi y corriendo me envolvió entre sus brazos, casi dejándome sin aire.
-Yo también te extrañé -dije depositando un beso en su mejilla. Me miró directamente a los ojos, igual que yo a él. Pude ver cómo las lágrimas salían a toda velocidad de sus ojos y caían con más rapidez aún por sus preciosas mejillas.
- No vuelvas a asustarme de esa manera, Mía, por favor. -suplicó. Yo me limité a asentir. Acto seguido, antes de poder reaccionar, sus labios se encontraban pegados a los míos. Siempre me había gustado mucho Neissan, en otros momentos, me hubiera muerto allí mismo por el simple hecho de que estuviera preocupado por mí, pero esta era la excepción. No me importaba en lo absoluto. Me daba igual. Mis sentimientos hacia él estaban cambiando, por culpa de un tercero.
Miré hacia mi izquierda, donde estaba la camilla de Iván.Él sólo sonrió tristemente y movió los labios diciendo un breve "hazlo". Yo no me lo pensé dos veces y le seguí el beso. ¿Disfruté? No, la verdad es que no. Realmente no era lo que quería, yo quería a Iván. A cada segundo que pasaba, ya fuera con o sin él, me daba más y más cuenta. Además, me sentía mal por el ya nombrado anteriormente. No quería hacerle daño a ninguno, pero sabía que si me quedaba mucho tiempo al lado de ellos, lo haría. Igual que hasta ahora.
Me separé de Neissan con una sonrisa boba en mis labios, la cual compartimos, haciendo que riéramos como tontos. Nuestras sonoras carcajadas retumbaban en toda la habitación. Estuvimos conversando un breve rato hasta que su celular sonó. Antes de irse, besó mis labios por última vez y salió fuera de la habitación. Nuevamente, un silencio muy incómodo inundó la habitación.
-¿Tú... qué cojones pasa por tu puta mente, Mía? -dijo Iván con un semblante serio.
-¿Cómo? -pregunté, sin entender ni la pregunta ni el por qué de ésta.
-Ya entiendo por qué André hizo lo que hizo... -susurró, en un susurro lo suficiente audible como para que yo lo pudiera escuchar. Pero estaba claro que lo que él quería no era eso.
-Entonces... ¿Te alegra que él intentara matarme? ¿Te alegra que me hubiese drogado más de lo que yo misma lo hacía? ¿Te alegra que halla hecho daño a mi madre? ¿Te alegra que halla puesto mi vida en peligro? -pregunté derramando una lágrima.
-Lo recuerdas... -susurró sorprendido, ya que por lo que veo, pensaban que había pedido la memoria o algo.
-Claro que lo recuerdo, Iván. Al igual que recuerdo perfectamente no haber dicho jamás que tú y yo éramos algo o que sentía lo más mínimo por ti.¡No tienes el más mínimo derecho a ponerte así! -le grité, dolida, muy pero que muy dolida. Las lagrimas no cesaban, al contrario, aumentaban.
-Yo... lo siento -dijo mirándome a los ojos
-No Iván, no. Ya me tienes harta, harta de tus estupideces, de tu inmensa bipolaridad, de tu inmenso ego, de tu inmenso orgullo, de que creas que con un simple perdón, se arregla todo. No, las cosas no son así, Iván. Y si creías que sí, vas muy mal. -dije apartando mi mirada de la de él, no me mostraría débil, no otra vez. Y mucho menos lloraría más por él. Era una pérdida de tiempo. Me odio a mí misma por enamorarme de alguien como él. Con Neissan todo sería muchismo más fácil. Con él no tendría que estar teniendo estás conversaciones. O bueno, más bien dicho estas discusiones. Estaba harta de todo el mundo. Y de todo. Joder que si lo estaba. Había estado dos veces a punto de morir de seguido. Y una de ellas por alguien a quien consideraba de confianza. Me cago en quien mierda fuera el que me mandó a confiar en nadie. A abrirme a nadie. Si no lo hubiera hecho nada de esto estaría pasando. Y me apuesto lo que sea a que papá estaría vivo. Y entonces sí que sí que se hubiera evitado todo. Porque yo no me drogaría. Yo no haría nada de lo que hago. Y mamá tampoco.



InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora