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Llegamos a lo que supuestamente era mi vecindario, en el cual había únicamente tres casas, la de mis padres, un tanto sobria por fuera pero muy acogedora por dentro, la de mis abuelos, de colores muy vivos tanto en interior como en exterior y la de... no sé quién vive allí. A decir verdad, nunca había visto a nadie salir de aquella casa. Tampoco me había interesado mucho descubrirlo, pero en ese momento se me despertó una sensación de curiosidad por descubrirlo, pero algo más llamó mi atención. Toda la calle estaba rodeada por coches de policía. En especial la entrada a mi casa. La puerta de esta se encontraba abierta de par en par, con tres guardias vigilando desde fuera, cada uno con una pistola en la mano, reposandola brevemente en sus pechos. Medían más o menos lo mismo. Todos con las mismas gafas de sol negras azabache, las cuales dificultaban bastante mi misión de establecer contacto visual con ellos. Este era un pueblo considerablemente pequeño, por lo cual, todos nos conocíamos. Aquí es fácil enterarse de todo lo que pasa día a día. Normalmente, mires a donde mires, en las ventanas, sueles ver asomados a varios ancianos vigilando e intentando informarse de todo para luego propagar la información por el resto del pueblo. Pero esta vez, no había nadie cerca. Nadie en las ventanas, nadie en las puertas. Extraño. Esa era la mejor definición del momento.
En el momento en que el movimiento del suelo cesó por completo, bajé de éste a paso apresurado, en dirección a mi supuesta casa.
Al llegar a la puerta, encaré a cada uno de los guardias, los cual fruncieron los labios al verme allí.
Vivo aquí, necesito saber que pasa. - le dije a los guardias intentando convencerles de que me dejaran pasar o al menos, me informaran de algo.
Disculpe, creo que usted se confundió. Según los registros, en esta calle no vive nadie desde hace más de medio siglo. - respondió uno en un intento de amabilidad.
No, no me confundo. Preguntele a quién quiera, llevo diecinueve años viviendo en esta casa, en esta calle, en este pueblo, en este Estado. No estoy confundida. Mis padres murieron los dos hace poco. En aquella casa - señalé con el dedo la casa que había a pocos metros de la mía, consiguiendo captar la atención de los tres guardias - vivían mis abuelos, de los cuales llevo desde la muerte de mis padres sin saber nada. Y en la otra, no sé con exactitud quién vive, nunca me llamó la atención descubrirlo. Digo la verdad. Deben creerme. - supliqué, perdiendo las pocas esperanzas que me quedaban de que me creyeran.
Señorita, se lo repetimos, aquí no vive nadie. No nos mienta, por favor. Necesitamos que se valla de esta zona. Están ocurriendo sucesos sobrenaturales y necesitamos examinar todo el perímetro. Eso implica desalojar a los habitantes de la zona, aunque en esta no viva nadie. -respondió el segundo, con una nota de superioridad.
Bufé y giré sobre mis talones. Me dirijí hacia el taxi, que aún permanecía en la punta de la calle, con la cabeza baja, dándole vueltas.
De repente, las palabras dieron vueltas dentro de mi cabeza "sucesos sobrenaturales". Eso sí era extraño.
¿ Qué los causaba? o mejor dicho, ¿ Quién los causaba? .
Entré en el taxi, bajo la fija mirada de Zev.
¿ Cómo que has vuelto tan rápido? ¿ Qué hacen esos guardias en la puerta de tu casa? ¿ Qué está pasando, Mía? - preguntó Zev, diciendo las preguntas una más rápido que la otra, casi a punto de quedarse sin aire.
Cálmate, Zev. No podemos perder la calma ahora. Aquí no puedo explicarte nada, vallamos a un lugar seguro.
El vehículo se puso en marcha, hacia un antiguo teatro abandonado que pocos sabían y que nadie visitaba.
De pequeños solíamos ir allí a pasar las tardes y jugar. Ahora se había convertido en mi sitio para... drogarme o desahogarme.
Todo había cambiado desde la muerte de mis padres.
Seguía dándole vueltas en la cabeza a lo que Zev había dicho hacía una media hora más o menos, mis padres estaban metidos en eso. Mi padre tenía un gran secreto. Uno que yo estaba dispuesta a averiguar. No me rendiría hasta hallar la verdad. Fuese cual fuese. Tardase el tiempo que tardase. Lo averiguaría.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora