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Al notar las manos de Iván y mi madrina sobre mis piernas y brazos, un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo. Dejando todo mi campo de visión en negro. No podía ver nada. No podía oler nada. No me podía mover. No tenía fuerzas para gritar. Unas imágenes comenzaron a pasar por mi mente. En ese momento lo supe, estaba teniendo otra vez visiones. Tenía miedo, sí. La otra vez no fueron lo que se dicen buenas y tenía la sensación que esta vez no serían mucho mejor.
La primera que vi, fue una... ¿feliz? sí, muy feliz. Era yo, caminando de la mano con... ¿Neissan?! ¡¿QUÉ?! pero... ¿e Iván? . Me veía feliz al lado de él... no entiendo nada. No tiene sentido.
En la segunda... ya entendi la primera... era Iván siéndome infiel con... ¡¡SU PRIMA!! ¡¡¡Su propia prima , señores!!!
Había otra más... era... yo... dando saltos de un lado para otro de la habitación. Estaba en mi cuarto. también estaban Neissan e Iván. El primero, arrodillado, con las lágrimas saltadas. El segundo llorando. Sentado en la cama. Dándole un ataque pequeño de ansiedad, supongo que por lo que quiera que sea que pasara en ese momento.
En otra... volvía a salir yo... solo que... esta vez... no estaba viva. Estaba en un ataúd. Éste tenía la ventana abierta, por lo cual me podían ver las personas que asistieron a lo que creo que era mi funeral. Abrazado a la caja estaba Iván. No había ni rastro de Neissan. Iván se estaba disculpando por algo que hizo.
Otra más llegó, creo que la última. Estaba tirada en el suelo. Jack al lado mía, de pie. Riéndo amargamente mientras yo me retorcía de dolor. Me estaba torturando.
Y efectivamente, era la última.
Después de esa, todo quedó nuevamente negro. Unos segundos más tarde volví a sentir, oler, poder moverme y sobre todo... abrir los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas. No entendía nada. No había ninguna visión que me alegrara o que fuera de mi agrado. Todas eran malas. Muchas dudas rondaban mi cabeza ¿Por qué? ¿Qué hizo Iván? ¿Por qué me engañó? ¿Por qué no estaríamos juntos? ¿Por qué moriría yo? ¿Por qué Neissan no estaría en mi funeral? y muchas más. Simplemente, era difícil de afrontar, mucho.
Cuando abrí los ojos, ya no había cuatro brazos reteniendome el paso. ahora estaba tumbada en el sofá del salon de la casa de...¿ Iván? ¿Qué hacíamos allí? ¿ Por qué todo es tan confuso?
Miré hacia todos los lados, con una enorme confusión. No entendía nada.¿ Cómo había llegado allí? ¿Pero si hace un momento estaba en el suelo sentada, a las afueras de la fábrica?¿ Tanto tiempo habían durado las visiones?
Unas voces empezaron a hablar. Pude reconocerlas fácilmente, Iván y... mi psicóloga, su madre.
Todo era normal, hasta que escuché el tema del que estaban conversando. Desde ahí, todo se volvió un infierno para mí.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora