La Carta

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Glosario para este capítulo:
T/N: Tu Nombre
N/A: No Disponible
P.O.V: Punto de Vista

___N/A P.O.V___

Dos viajeros llegaron a la entrada de la guarida del clan Yiga, fueron interrogados por los mismos guardias que Sogg había encontrado hacía unos años cuando se planeó el secuestro de t/n.

-Un paso más, o cortaremos sus cuellos- advirtió uno de los guardias.

-"Servimos al reino una vez"- empezó a recitar el más joven del dúo.

-"Ahora el reino nos servirá a nosotros"- completaron los guardias quienes bajaron sus armas para ceder el paso - Sebit, Merv, no los esperábamos tan pronto- comentó después el mismo guardia que les había amenazado cuando estos revelaron sus uniformes y rostros.

-Ya habrán escuchado las noticias supongo- respondió Merv mientras caminaban al interior del lugar.

-Durmiente fue atrapado/a/e por la corona, ahora lo/la/le tienen en uno de los calabozos más seguros del castillo- empezó a recapitular Sebit, los dos Yiga entraron y caminaron a lo largo de los interminables pasillos esculpidos en piedra apenas iluminado por un par de antorchas.

Tenían que presentarse ante el maestro Kogg y el señor Sogg, prácticamente aquel resultado final fue su responsabilidad, llegaron ante un par de puertas grandes de caoba oscura, parecían ser sumamente antiguas, en cuanto las empujaron resonó el chirrido del metal oxidado.

Era una habitación con ambiente tétrico, había una mesa alargada con sólo dos sillas, una frente a otra en cada extremo, frente a ese mobiliario, subiendo un par de escalerillas se encontraba un altar de adoración con varias velas colocadas que parecían ser la única fuente de iluminación en el lugar.

Aquel altar contenía varios amuletos de magia prohibida colgados alrededor, el ambiente no mejoraba pues aquel sujeto inquietante que había visitado la aldea Arkadia estaba ahí, Astor.

Sogg, quien usaba su uniforme al igual que el maestro Kogg, voltearon a ver a los recién llegados -¡Pasen de inmediato!- exclamó su líder quien se encontraba sentado en una de las sillas.

Merv y Sebit pasaron, cerraron la puerta tras ellos y se inclinaron ante los presentes -Maestro Kogg, lamentamos lo que pasó, no creímos que-

-¡Silencio! Fue mi culpa por haber creído que tales ineptos podían hacer una misión tan sencilla- gritó el maestro, los dos Yiga bajaron sus cabezas aún más -Lo lamentamos maestro- se limitaron a decir.

-Los Yiga si que parecen ser un grupo de inútiles, pero al contar con la misma devoción que tenemos hacia Ganon es por eso que no he roto nuestro convenio- escucharon, era Astor quien estaba sentado en la silla del otro lado, tenía una copa de vino tinto servido pero no parecía haberlo tocado.

Sogg llevó una mano a la empuñadura de su katana mientras que Kogg azotaba las manos contra la mesa -¡Te podemos exterminar en cualquier momento y buscar maneras de crear el ámbar de Demise con otra persona! ¡Sólo estás aquí porque prometiste hacer ese trabajo gratis a cambio de un favor!- exclamó.

-A cambio de que cumplan mis favores- recalcó el hechicero, las llamas de las velas bailaban creando una sombra temblorosa en el rostro del hombre quien estiró su pálida mano para apartar la copa de vino lejos de él -Pero haber dejado ir a t/n aparentemente va a entorpecer mi, digo, nuestro objetivo, si tan sólo lo hubiera sabido antes, habría matado a alguien que ya merecía estar muerto/a/e desde un principio sólo por violar las reglas de la naturaleza con su longevidad-

Su tono era amargo, Sogg apretó los labios y frunció el ceño sabiendo que dicha expresión de disconformidad la cubría su máscara -¡Es un/a/e poderoso/a/e aliado/a/e! ¡Probablemente se infiltró en el castillo para intentar matar a la princesa con sus propias manos!- intentó excusar Kogg, estirando su mano de forma teatral hacia la imagen del altar.

[COMPLETADO] Durmiente +Revali x Lector/a + Donde viven las historias. Descúbrelo ahora