Robín y John se acercaron el uno al otro casi con miedo, temiendo que si se tocaban se desvanecerían entre sus brazos. Pero no pasó. John atrajo a Robín y lo envolvió en un fuerte abrazo, aferrándose a él con desesperación.
—Lo sabía, lo sabía —repetía una y otra vez—. Sabía que no podías estar muerto. Lo sabía.
—John... —La voz de Robín sonó temblorosa y tardó unos segundos en corresponder el abrazo, hasta que comprendió que aquello era real. John estaba vivo. Se aferró a él con lágrimas en los ojos—. John. Estás vivo. No me lo puedo creer.
—Lo sabía. —John lo miró a los ojos con una sonrisa y los ojos cristalizados—. Nada puede con mi chico. —Robín sonrió—. Nada. —Lo abrazó de nuevo.
John era un hombre de piel negra, sin pelo, con los ojos marrones y la barba oscura. Tenía algunas cicatrices por la cara, en especial destacaba una en la mejilla izquierda. Era alto y fuerte, más o menos del tamaño de Arturo, con los hombros menos anchos, y claramente más mayor que ellos.
Arturo los observó muy confuso, incapaz de moverse por miedo a romper aquel momento. ¿Qué narices estaba pasando?
—¿Cómo? ¿Qué? —Robín no era capaz de encontrar las palabras—. Pensé que estabas muerto.
John puso una mano en su nuca, mirándolo a los ojos.
—Yo también. O más bien todos lo creían, pero yo... no podía creerlo. Sabía que nadie puede derrotar a Robín Hood. —Sonrió ampliamente—. Y no me equivocaba.
Robín sonrió y lo abrazó de nuevo. Tanto su mirada como su sonrisa, reflejaban un gran alivio, sorpresa, y una ferviente alegría. Aún no era capaz de asimilar lo que estaba pasando. Temía que este fuera uno de sus sueños y en unos segundos abriese los ojos y nada fuera real.
—Ehh... perdón —habló Arturo al fin—. Siento interrumpir, pero creo que me he perdido.
Ambos miraron a Arturo, compartiendo una sonrisa cómplice por un momento.
—Arturo, te presento a John, mi hermano —los presentó Robín, aun sin creérselo—. John, él es Arturo...
—¿Arturo? —John observó la espada en su cintura—. Arturo Pendragón.
—Por desgracia para mí —contestó algo incómodo.
—Le estábamos esperando, majestad. Aunque —Miró a Robín— no sabíamos que vendrías acompañado.
—Es una larga historia —dijo Robín.
—Sí. Pero, por favor, deja lo de «majestad». Soy solo Arturo. —Echó una mirada a Robín—. Hay confianza.
Robín le apartó la mirada, intentando no ruborizarse.
—La maga nos dijo que vendrías, pero no mencionó a Robín. Por eso os estaba siguiendo, no estaba seguro de que fueras tú.
—¿Por qué no me sorprenderá? —masculló Arturo.
—Espera, has dicho: «esperábamos» —mencionó Robín confundido. Aquella situación sobrepasaba a cualquiera.
John lo observó con una sonrisa y le puso una mano en el hombro.
—Venid conmigo. Creo que tenemos mucho de lo que hablar —les dijo.
John rodeó con el brazo a su hermano y siguieron caminando, con Arturo tras ellos, sintiendo que de repente sobraba.
—Cuando os vi iba bastante alejado, así que no puede verte la cara y menos con el grandullón en medio —comentó John por el camino.

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Robín y Arturo: El heraldo de Nottingham [LRDN #1]
ФэнтезиSeguro que ya conocéis la historia del rey Arturo, de Camelot, de Excalibur y de Merlín. Y seguro que también conocéis la leyenda de Robín Hood y el pueblo de Nottingham. Pero, ¿y si Camelot y Nottingham no estuviesen dónde creíamos? ¿Y si existiese...