Capítulo 32: En el castillo

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Robín, John, Arturo y Marc se dirigieron directamente al castillo, caminando bajo el pueblo por una serie de túneles. El lugar estaba lleno de polvo y arañas, y se podía escuchar a las ratas correteando alrededor.

—Ag, odio las ratas —dijo Arturo asqueado.

—No digas eso muy alto, no vayan a venir —bromeó Marc.

Los cuatro caminaban en fila, encabezados por John que llevaba el frasquito con la luz que les había otorgado Merlín. Él y Marc cambiarían de dirección al llegar a una bifurcación, accediendo al castillo mediante los establos. Robín y Arturo seguirían hacia delante hasta llegar a los calabozos.

—Arturo no se lleva muy bien con los animales. Bueno, ni con los árboles —se burló Robín.

—Jaja. Qué gracioso —contestó Arturo, sarcástico.

—Ya estamos llegando a nuestro túnel —le indicó John a Marc.

—¿Nadie ha pensado que puede que no se escuche la explosión desde aquí abajo? —preguntó Arturo.

—No hace falta. En cuanto lleguemos rescataremos a Marian y esperaremos el momento preciso para atacar al príncipe —respondió Robín.

Arturo no contestó. La sola mención de la mujer lo ponía triste. No tenía nada en su contra, de hecho sentía lástima por lo que había tenido que pasar, pero también algo de rechazo hacia ella y hacia la idea de que Robín la eligiera en lugar de a él.

John y Marc podían notar la tensión entre la pareja, por mucho que intentasen ocultarla o ignorarla. Era evidente que Arturo estaba triste y Robín muy confuso.

Pronto llegaron a la bifurcación y se detuvieron antes de seguir cada uno por su lado.

—Entramos en los túneles al medio día, por lo que hemos andado, yo diría que ya es de noche —indicó John.

—Eso sin contar que nos perdimos —recordó Marc.

—Eso no es relevante ahora. —Los demás se rieron—. Todos sabemos lo que tenemos que hacer. Marc os estará esperando en las escaleras que bajan a los calabozos. No hagáis ninguna tontería por el camino, la prioridad es que Arturo pueda llegar hasta el príncipe.

—Entendido —contestó Arturo.

—Lo de tontería va por Robín —aclaró John.

—¡Eh! Qué ya no tengo dieciocho años —replicó Robín, causando bastante gracia a Arturo.

—Tú contrólate, ¿vale? No eres bueno siguiendo órdenes.

—¿Y entonces para que me las das?

John rodó los ojos.

—Solo tened cuidado, ¿vale?

Robín se acercó a John y unieron sus frentes. No tuvieron que decir nada, solo mirarse fijamente a los ojos para transmitir lo que sentían.

—¿Un abrazo? —le preguntó Marc a Arturo bromeando.

—Estoy bien así.

Ambos se sonrieron, deseándose suerte con la mirada. Robín abrazó a Marc y partieron cada uno en una dirección.

—¿Crees que se quedará? —le preguntó Marc a John.

—No lo sé. No lo sabe ni él.

—Nadie podría reprocharle nada si lo hiciera, es su vida.

—Ya... Pero es Robín. Yo solo espero que no sea tan tonto como para elegir con la cabeza. Merece ser feliz de una maldita vez.

«¿Pero estarás preparado para eso?», se preguntó Marc en su mente. El vínculo que Robín y John compartían era muy especial, más que el que tenían con cualquiera de los demás. Estar separados había sido un suplicio para ambos, y aunque ahora fuera por una buena razón, les resultaría muy difícil alejarse de nuevo.

Robín y Arturo: El heraldo de Nottingham [LRDN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora