Capítulo 34: Después de todo

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Marc, John, Robín, Arturo y Marian salieron del castillo al ver como una multitud se acercaba. Mera lanzó a sus pies al sheriff, amordazado, con sus hermanos y Merlín a sus espaldas.

—Lady Marian, —Miró fijamente a su vieja amiga—, Nottingham es suyo.

Mera se arrodilló ante la princesa de Bashta, y el resto del pueblo la imito. Cuando miró a sus lados, los demás también se habían arrodillado, hasta Arturo.

—Ha llegado el momento de que Bashta sea gobernado por una verdadera reina —dijo Robín, mirándola con orgullo.

Arturo no entendía aquella situación, no era consciente de que con aquellas palabras, Robín la estaba dejando ir.

Marian ignoró tantos formalismos y fue a abrazar a sus amigas, provocando una reacción en cadena de abrazos y gritos de júbilo.

Nottingham era libre por fin.

¿Ahora qué?


Tras la revuelta, el sheriff de Nottingham fue encerrado en los calabozos del castillo, no pereció por sus heridas, pero perdió el ojo. Sus soldados fueron recluidos en la prisión. El fraile Rady también pudo conservar la vida, lo cual fue un alivio para todos. Sorprendentemente, ningún civil inocente murió durante los disturbios, aunque algunos sí que fueron heridos.

Al asesinar al rey, el reino de Bashta quedó sin gobernante, siendo Marian la única heredera por sangre. El pueblo de Nottingham no tenía ningún reparo en convertirla en su reina, aun sin un cónyuge, pero esa decisión no les concernía a ellos.

Merlín y Arturo permanecieron en Nottingham casi una semana, descansando, y ayudando a reconstruir parte del pueblo y a resolver algunos asuntos. La maga envió una carta con el sello de Camelot a la capital de Bashta, para informar de lo ocurrido y apoyar a Marian como la nueva reina.

—No me aceptarán —le dijo Marian tras enviar la carta.

—Pues tendrás que conseguir que lo hagan —repuso la maga, firme—. No voy a preguntar por lo que ese bastardo te ha hecho, —Marian se encogió—, pero no dejes que gane. Eres una reina, una líder. Tú tienes el control y el poder, utilízalo. Las mujeres con poder escasean, por desgracia, debes aprovechar lo que se te ha dado, o conseguir lo que te han arrebatado.

—Me has ayudado a conseguirlo...

—Oh, para nada —la interrumpió—. Eso ahora te toca a ti. Solo tenía un problema que resolver y vosotros estabais por medio. Daños colaterales.

—Gracias de todas formas. Bastha estará en deuda contigo por siempre.

—Si cada lugar que salvo estuviera en deuda conmigo, ya sería la reina del mundo. —Merlín le puso una mano en el hombro—. La princesita murió en aquella celda, no la traigas de vuelta.

Merlín se dio media vuelta y se marchó, dejando sola a Marian. La princesa se desplomó en el suelo y rompió a llorar, tenía ganas de arrancarse la piel, el agua y el jabón no eran suficiente para borrar tantos años de maltrato. Pero Merlín tenía razón. Lo había arriesgado todo para proteger a su gente, y no se detendría ahora. Era la última heredera de su familia, y aunque una mujer nunca hubiera gobernado sin consorte, ella sería la primera. Las cosas tenían que cambiar y se había ganado el derecho a hacerlo.


Mientras Merlín ayudaba a Marian con asuntos políticos, Arturo trabajó junto a los Hood para reparar las cabañas del pueblo y diversos destrozos en las calles.

Marc y Arturo vieron como Jorge, Liam y Tanner salían una mañana de la casa de Jorge, y Marc sonrió con picardía.

—¿Buena noche, chicos? —se burló.

Robín y Arturo: El heraldo de Nottingham [LRDN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora