Arturo no durmió casi nada en toda la noche, solo se limitó a dar vueltas en el sitio. Robín, por el contrario, cayó en brazos de Morfeo enseguida. Se encontraba demasiado cansado y débil por sus heridas.
Fuera, la tormenta había cesado hace tiempo, y el cielo se encontraba despejado. Se podía sentir la humedad en el ambiente, pero el brillo del sol lo hacía bastante cálido.
Cuando el mayor despertó, tras apenas un par de horas de sueño, encontró a Robín con la cabeza sobre su hombro, completamente dormido. Quedó bastante desconcertado al percatarse de esto y se sintió algo incómodo. «Parece inocente y todo» pensó por un segundo, dudando si despertarlo o no. Pero en cuanto hizo un ligero movimiento, el arquero abrió los ojos. Parpadeo varias veces, aclarando su vista. Cuando alzó la cabeza hacia un lado, su rostro casi se da de bruces con el de Arturo, lo cual provocó que se apartara por instinto, bruscamente. Observó a Arturo y luego su alrededor, entendiendo lo que estaba pasando.
—Buenos días —lo saludo Arturo, algo burlón—. ¿Has dormido bien?
Robín luchó para que su rostro no se tiñera de rojo por la vergüenza.
Carraspeó antes de contestar:
—Sí —dijo sin mirarlo—. Ha parado de llover.
—Eso parece —Arturo se levantó y salió de la roca para estirarse bajo el sol—. Yo apenas he pegado ojo esta noche. Eres muy molesto al dormir, ¿lo sabías?
Robín apartó la mirada, ruborizado, provocando la risa satisfecha del mayor. En verdad no se había movido apenas en toda la noche, pero quería molestarlo.
—No era mi intención.
—Oh, descuida. Estoy acostumbrado a que se me arrimen. —Lo miro con cierto deje juguetón y prepotente—. Suelo resultar demasiado irresistible.
Toda la vergüenza de Robín desapareció en un momento, molesto por la actitud del mayor. «Creído» pensó irritado. Salió del agujero y se estiró, estaba algo entumecido por haber pasado la noche tan encogido. El recuerdo de su herida volvió a él al sentir una fuerte punzada en el costado.
—¿Estás bien? —le preguntó Arturo.
Robín se enderezó como si nada, aguantando demasiado bien el dolor.
—Sí. Deberíamos partir ya —sugirió—. ¿Seguro que tu espadita podrá guiarnos?
Arturo frunció el ceño.
—Claro que sí —contestó casi ofendido, antes de volver a molestarlo—. Pero si quieres que te lleve, podrías ser algo más dulce conmigo.
Robín se cruzó de brazos.
—Créeme, aún no me has visto siendo antipático —afirmó—. Andando.
Arturo lo observó incrédulo.
—Ah, ¿aún no? —cuestiono, retomando la marcha.
Anduvieron durante más de una hora sin decir apenas nada, al menos nada que no tuviese que ver con ese estúpido bosque, o la búsqueda de una salida.
—Por ahí —le indicó Arturo a Robín.
El arquero lo observó con el ceño fruncido.
—¿Estás seguro de que sabes por dónde vas? —preguntó desconfiado—. No me haría ninguna gracia terminar siendo el desayuno de otro bicho.
—Qué desilusión más grande. Yo qué pensaba que querías ser el mío.
—Sí tienes pinta de ser un bicho peligroso.
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Robín y Arturo: El heraldo de Nottingham [LRDN #1]
FantasíaSeguro que ya conocéis la historia del rey Arturo, de Camelot, de Excalibur y de Merlín. Y seguro que también conocéis la leyenda de Robín Hood y el pueblo de Nottingham. Pero, ¿y si Camelot y Nottingham no estuviesen dónde creíamos? ¿Y si existiese...