Capítulo 35: Lo que quiero

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Aquella noche por fin volvieron las fiestas a Nottingham, y las calles se llenaron de música y baile. Todo el mundo comía, bebía, cantaba y danzaba entre risas por las calles. Hacía mucho tiempo que Arturo y Merlín no se encontraban en un ambiente tan acogedor, donde se respiraba verdadera alegría y unidad. El pueblo entero parecía ser una gran familia. Era extraño estar allí.

En la plaza, ambos observaron como Robín hacía una declaración sobre el escenario.

—Yo, Robín Hood, como líder de nuestra banda de... Hombres Alegres, —Todos se rieron—, nombró a Lya como nuevo miembro del equipo Hood. —Robín pasó una flecha por los hombros de la chica, como si se tratase de una espada y la estuviese nombrando caballero—. ¡Bienvenida a la familia!

Robín habló con tono de broma, haciendo el tonto todo el tiempo, pero la declaración era real. A partir de ahora, Lya sería parte del grupo, el cual ya no tendría que esconderse ni huir, y servirían a la princesa Marian. Si bien aún no se sabía si Marian sería la reina de Bashta, lo que estaba claro es que los Hood habían salvado el pueblo, y con el sheriff y su ejército en prisión, ahora eran sus únicos defensores.

Todos aplaudieron tras la declaración de Robín, y los Hood abrazaron a Lya, dándole la bienvenida. Siempre había sido una gran amiga y compañera, y se sentían muy felices de tenerla de manera oficial en la familia. Lya era la hija biológica del sheriff, criada y adoptada por el fraile Tuck, pero nunca terminó de sentirse parte de ningún lugar. Ahora lo tenía claro, los Hood eran su familia, ahí estaba su sitio.

Toush se acercó a hablar con Merlín, tras bajar del escenario.

—Hola —la saludó algo inseguro.

—Hola, hombretón.

—Yo solo... Quería darte las gracias.

Merlín frunció el ceño.

—¿Por qué?

—En el monasterio tenía miedo. Siempre me he sentido diferente, en muchos sentidos. Nunca soy lo bastante fuerte, ni listo, ni guapo... Y mis gustos o preferencias, no son como los de los demás. Tú me hiciste confiar en mí y... te lo agradezco. Tal vez yo no esté tan mal. Quizá no me pase algo malo... ¿o sí?

Merlín miró a Toush compasiva.

—Toush, en este mundo hay miles de millones de personas, y créeme, ninguna es exactamente igual a otra. Todos tenemos rasgos que nos diferencian de los demás, y para los amargados seremos raros o incluso anormales. Pero para cualquiera con un mínimo de empatía y dos dedos de frente, seremos especiales, interesantes. Tu valor, tu fuerza, residen en tu corazón. Nadie es mejor que otro por poder tumbar a un tío de un solo golpe. A veces se puede ser un héroe, simplemente haciendo que la gente no pierda la esperanza, y eso es algo que tú sabes hacer muy bien.

—En el monasterio no fui muy optimista...

—Pero estuviste ahí, luchando. Eres un gran hombre y eso es lo más importante que tienes. Muchas personas pueden tomar una espada o liarse a puñetazos. Pero gente de buen corazón, hay muy poca. —Merlín le puso una mano en el hombro—. No dejes de creer en ti, Toush. Y empieza a apreciar un poco más todo lo que haces. Cada persona es un tesoro y en nuestras manos está el dictar nuestro valor.

Las palabras de la maga conmovieron a Toush, y le hicieron sentir afortunado.

—Gracias. —Toush la abrazó repentinamente, dejándola algo incómoda sin saber qué hacer—. ¿Sabes? Creo que tú tampoco te estimas demasiado —dijo al separarse—. Eres una persona de buen corazón. Y sé que tal vez no hayas obrado de la manera correcta en el pasado, pero sé que eres buena. Solo intentas ayudar a todos.

Robín y Arturo: El heraldo de Nottingham [LRDN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora