Una mirada diferente

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Narra Jimin

La noche anterior lo había esperado durante dos horas.
Nunca llegó.

En mí se había creado una falsa ilusión de que quizás él y yo pudiéramos llevarnos mejor.

Sentí un poco de alivio al confesarle como me sentía, y quizás me equivoqué al notar una mirada diferente.
Vi algo en sus ojos que después no coincidió para nada con la realidad.
Entonces entendí que me había hecho falsas esperanzas.

Decidí tratar de comer sólo, como cada noche. En este lugar había demasiado silencio y eso me permitía escuchar mis propios pensamientos.
Mi mente a veces me jugaba una mala pasada y me llevaba a lugares oscuros donde no quería volver.

Entonces me acordaba de mis terapias. Inspiraba profundo y trataba de seguir adelante.

Después de lavar lo que había utilizado para la cena fui a darme una ducha.

La imagen que me devolvía el gran espejo del baño decía que había perdido peso...
Sabía perfectamente que no era de la forma más saludable. Casi no comía. Los alimentos no me pasaban y muchas veces cuando tenía ataques de ansiedad y devoraba lo primero que encontraba a mí paso, lo terminaba devolviendo.
Sabía que estaba mal. No tenía energía y también notaba que en los ensayos me cansaba con más facilidad.

Luego de bañarme aplico en mi cuerpo mi crema habitual y lavo mis dientes.

Cuando llego a la sala un destello a lo lejos me sorprende y me acerco al ventanal a cerrar las pesadas cortinas.
Es ahí cuando noto que tendremos una noche tormentosa en la ciudad y sé que el cielo esta vez no se apiadará de mí, no importa cuánto se lo pida.

Saco a mi compañero de todas las noches, mi osito Kookie. Conecto mis auriculares al celular y trato de dormir; pero no lo consigo. El insomnio se apodera de mi y con él llegan los pensamientos estúpidos.

Son las tres de la madrugada y afuera el cielo parece caerse.
Prendo la lámpara de la sala y vuelvo a acomodarme en el sofá.
Odio cuando no puedo soportar mi soledad... A esta hora estaría corriendo por los pasillos de mi casa buscando refugiarme en los brazos de la única mujer que me ha consolado, mi Nana, pero no está y sólo yo sé cuanto duele eso.

De pronto me sobresalto cuando el sonido de un rayo me deja totalmente a oscuras y ahí empieza todo una vez más...

Se me cierra el pecho y en el afán de ir no sé a dónde tropiezo con la manta que uso para dormir y caigo al suelo golpeándome la cabeza.
La vista se me nubla, siento el corazón latir en mis oídos y se me acelera el pulso. Me siento ahogado.
Apenas soy consciente cuando unos brazos me toman y me llevan de vuelta al sillón...

-Tranquilo, respira... -lo escucho pero no lo veo... Era él-. Trata de respirar. Concéntrate en respirar...

Y lo hago. Me concentro en tratar de respirar. No estoy solo, y eso me ayuda a nadar a través del pánico y poder manejar mi respiración.

-Eso es, así, ya pasa. Tranquilo.

Mi vista se aclara de a poco y puedo verlo. Aún temblando por toda la situación lo abrazo enterrando mi cara en su pecho...

-Gracias, gracias por volver. -susurro.

-Shh... ¿Estás mejor? -otro relámpago ilumina el lugar y yo me suelto de él para tapar mis oídos con las manos. No quiero escuchar.

Contrato de amor •|Kookmin AU|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora