Contrato de amor •|Kookmin AU|•

Reencuentro III

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VirginiaAburto

Narra Jimin

Mí corazón aún latía acelerado...

No se de dónde había sacado el descaro para enfrentarlo de esa manera, si bien él se lo había buscado y lo tenía más que merecido, la cordura por un momento abandonó mi cuerpo y me entregué a su beso necesitado.

En el fondo sabía bien que él hacía todo eso adrede. Le gustaba jugar con mi paciencia, picarme y llevarme justo al límite; tal como al principio, cuando nos conocimos.

El llamado del profesor Lee sin dudas me sorprendió en el momento menos esperado del día y cuando salí del edificio de Namjoon, con ese subidón de emociones, me subí al primer taxi que encontré para dirigirme hacia la academia, donde él me esperaba.

Cuando llegué al lugar Taemin estaba hablando con otro muchacho en la vereda del lugar y,  al verme arribar, simplemente se despidió de él y vino a mí encuentro.

—Hola... —lo saludo cuando finalmente llego hasta él.

—¿Cómo estás? —no pude evitar sentirme un poco incómodo cuando me recibió entre sus brazos.

—Bien... —sonrío—, eso creo...

—Pues, te ves bien... —agrega, y parece feliz—. ¿Qué tal si entramos?

—Está bien...

—Iremos a la cafetería. —me indica—. Así podemos hablar más tranquilos, a esta hora no suele haber nadie y menos en este tiempo.

—Me parece perfecto. —al parecer esto está desolado—. Hay poca gente hoy, verdad? —pregunto mientras caminamos por los pasillos vacíos.

—Así es, algunos profesores se han tomado un descanso. Tú ya sabes como es esto, el año es largo y hay que renovar energías para lo que sigue.

—La verdad es que tiene razón... —todos necesitamos desconectar en algún momento.

—Toma asiento donde más te guste, iré por unas malteadas...

—¡Frutilla, por favor!... —le hago saber, aunque creo que lo sabe.

—Claro... Eso no cambia. —me dice con una mueca graciosa.

Pasados apenas unos minutos lo veo llegar con ambas malteadas en sus manos...

—Aquí tienes... —se sienta frente a mí entregándome la mía.

—Muchas gracias... —la tomo y decido ir directo al grano—. Debo decir que me sorprendió su llamado profesor.

—Ah, sí... bueno quería hablar contigo sobre algo, después de lo que pasó en Seúl no te había vuelto a ver y estaba un poco preocupado, pero entendí que necesitabas espacio.

—Yo... lo siento mucho, en verdad. No tuve la oportunidad de decírselo —al recordarlo me siento avergonzado nuevamente por todo.

—No te disculpes, tú no tienes la culpa de nada, las cosas pasan por algo; no crees?

—Diría que sí, solo que ese día fueron demasiadas cosas juntas... —digo con una sonrisa forzada adornando mí cara.

—Bueno, olvídate de eso. En realidad, no te llame aquí para hablar de lo que pasó...

—¿Entonces? —el bebe de su malteada y se recuesta sobre el respaldo de su asiento.

—He decidido aceptar la propuesta que me han hecho en Seúl, me voy en quince días aproximadamente... —en el fondo sabía que lo haría. Es su sueño.