Mi ángel

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Narra Jungkook

Había diferentes clases de besos...
Todos y cada uno de ellos expresaban un sentimiento genuino: deseo, ternura, pasión, amor... 
Un beso puede significar mucho.

Cientos de poetas decían que un beso era la expresión del alma, pues yo aquí venía a confirmarlo.

No había podido aguantar más y le había echado la culpa al alcohol de ser el encargado de que esté aquí, justo ahora entregándole mi alma, una vez más...
La noche era silenciosa, o al menos yo solo podía escuchar el sonido de mí corazón golpear con tanta fuerza en mí pecho. Pero fuera de eso, solo el sonido de nuestras bocas y nuestra respiración irrumpía en el lugar.
Al principio pensé que se resistiría, que me mandaría de vuelta por dónde vine, pero cuando abrí mis ojos por un momento y vi los suyos desaparecer tras sus tupidas pestañas; entendí que él me necesitaba al igual que yo a él.

Mi labio dolía horrores, pero no me importaba, no quería dejarlo escapar ni por segundo ni tampoco darle el tiempo para que piense en lo que estábamos haciendo, por lo menos esa no era mí intención. Fue la falta de aire la culpable de traernos de nuevo aquí y ahora, la de hacernos un poco consciente de la batalla que se comenzaba a librar en muestras confusas mentes.

—¿Qué estamos haciendo? —pregunta agitado mientras recarga su frente en mí mentón—. Esto está mal Jungkook.

—Shhh... —elevo su rostro y lo vuelvo a besar, susurrando sobre sus labios que tenga un poco de piedad por mí—, no digas nada por favor, te necesito mi amor.

—Kookie, pa... para —sus manos aún no convencidas de lo que quieren, ejercen un poco de presión para tratar de alejarme, pero yo no lo dejo y lo apreso entre mi cuerpo y la puerta...

—Abre la puerta, por favor... —le pido entre medio de nuestro beso y comienzo a deslizar mi boca por su cuello perfilando su mandíbula, llenándome de su piel y de su esencia.

—No puedo... es la casa de Tae y esto está mal Jungkook—su piel se eriza cuando mi mano se escabulle por dentro de su ropa...

—Él no está... —la casa está totalmente sola—. Se ha ido con Hoseok.

—¿Cómo lo sabes? —eso no tiene importancia justo ahora.

Detengo mis besos para mirarlo, y solo ruego que no se arrepienta de esto.

—Llevo un rato esperándote, no hay nadie en la casa —pero tengo dudas en si lo hará, sus ojos se ven inseguros—. Abre la puerta cariño...

Entonces, para mí sorpresa, parece tomar la iniciativa y luego de estudiar por segundos mi expresión, toma las llaves que han caído al suelo mientras nos besábamos y abre al fin la puerta.
Lo abrazo por detrás y atrapo con mi boca el lóbulo de su oreja mientras caminamos a lo que calculo será su habitación; y no me equivocaba, porque al entrar su aroma me inunda... Inspiro como un desesperado llenándome de él. Ese aroma que tendría que estar vagando por nuestra casa, que me da tanta paz, el mismo que está desapareciendo luego de tantos días de ausencia.

—No puedes quedarte... —no lo dejo terminar, me lanzo hacia su boca y lo pegó todo lo que más puedo a mi cuerpo.

—No digas nada... —demasiado tendremos para lidiar cuando vuelva la cordura—. Solo déjame tenerte, te necesito.

—Jungkoo... —es él quien ahora me besa y comienza a desprender uno a uno los botones de mi camisa—. Por favor...

—Lo sé... —la forma en que me lo pide me vuela la poca razón que queda en mi sistema y anticipando sus movimientos soy yo quien termino de quitarme el saco y la camisa, dejándolos caer al suelo.

Contrato de amor •|Kookmin AU|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora